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La historia de Nicolás Berardi, un olavarriense cuyos padres fueron asesinados por el terrorismo de Estado

"La reconstrucción de mi identidad es permanente"

(Esta entrevista se complementa con un artículo titulado "Alumnos de Normal ayudan a una víctima del terrorismo de Estado a reconstruir su historia")

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Nicolás Berardi observando una foto de
sus padres /Foto: Gonzalo Gómez López

Nicolás Berardi fue devuelto a sus abuelos de manos de sus apropiadores unas semanas después de que sus padres fueran asesinados en el '76. Hace unos días visitó Olavarría buscando información sobre su historia

La familia Gau tenía la certeza de que su nieto había sobrevivido a la trágica noche del 22 noviembre de 1976 cuando las vidas de su hija, Marisa Gau, y su yerno, Adolfo Berardi, fueron arrebatadas en un operativo al mando de los genocidas Ramón Camps y Miguel Osvaldo Etchecolatz.

Pasaron unas tres semanas hasta que los abuelos de Nicolás dieron con su paradero. Su nieto estaba en manos de Etchecolatz, en ese momento comisario general de la Policía bonaerense quien les propuso un juego cínico: Podían llamar al niño y, si éste respondía, podrían llevárselo. De lo contrario, lo perderían. "Los citó en su oficina para ver si me devolvía o no, en el escritorio tenía un arma y un teléfono, a mí me gustaban mucho los teléfonos era casi fanático y cuando me pusieron en el medio para ver a qué lado iba me fui para el teléfono, pero mi abuela me empezó a llamar 'Bichicuí' porque se acordó que así me decían mis papás en esos dos años y volví para el lado de ellos". Los padres de Marisa recuperaron a su nieto y también sus pertenencias.

Nicolás sobrevivió porque el día que los militares irrumpieron en su casa, su padre lo envolvió en un colchón y lo pasó al patio del vecino a través de un paredón. Allí lo recibió un militar que se lo entregó a una vecina, quien lo cuidó mientras se desataba la balacera. De los ataques a los tres centros operativos de Montoneros sobrevivieron él y una bebé de apenas unos meses. Nicolás fue apropiado durante unas semanas por el suboficial de la Policía Aquiles Caputo, quien reconstruyó en su casa la habitación del niño con todas sus pertenencias; la cuna, la ropa y los juguetes que habían sido robados de la casa de sus padres asesinados.

En noviembre del '76 sus abuelos maternos estaban en La Plata porque su madre, Marisa Gau, estaba en fecha para dar a luz a su segundo hijo. Su abuelo era médico , asistiría el parto pero su hija nunca llegó al encuentro. "En esa época los militantes clandestinos organizaban citas para poder encontrarse con sus familiares, mis abuelos esperaban en un bar la llegada de mi vieja pero la cita se rompió y como en el dominó cuando empiezan a caer la fichas, se dieron cuenta de que habían matado a mis papás", reconstruye Nicolás.

La verdad exigida e intuida

Nicolás vivió en Olavarría hasta 1983. "Con la vuelta a la democracia me fui a vivir a La Pampa, terminé el secundario y decidí ir a estudiar a La Plata. Andaba boyando; hice dos carreras y no me recibí, porque lo que andaba buscando era otra cosa", admite.

Hasta 1984 Nicolás tuvo tres versiones de lo que había sucedido con sus padres. "A mis abuelos les costaba contarme frontalmente la historia pero a la vez todos los elementos que incluían en los relatos que me contaban eran reales. Cuando uno es chico y se sabe el cuento de memoria pero cambian la historia un cachito decís 'abuelo contámelo bien' y eso era lo que pasaba a mí".

Fue un tío quien a los cinco años le contó la verdad de lo que había sucedido con sus padres. "Íbamos viajando en tren, mis tíos ya se venían preparando para contármelo pero yo les pregunté primero, entonces mi tío me contó que a mis viejos los habían matado los milicos", recuerda Nicolás. Desde ese momento creció sabiendo que sus padres habían sido asesinados por la dictadura más cruel de la historia argentina pero todavía le quedaban muchas cosas por conocer.

Con 19 años Nicolás vivía en La Plata y había empezado a estudiar Diseño Gráfico. Le gustaba mucho dibujar, lo que él no sabía es que a través de sus dibujos reconstruía parte de su historia. "Una vez me agarró un brote y llené toda una habitación con dibujos de bebés adentro de ojos, casi me internan por inestabilidad psicológica pero mi tío desautorizó a mi abuela y me contó que mi mamá estaba embarazada cuando la mataron". Recién en 2008 cuando logró efectivizar la exhumación del cuerpo de su madre, Nicolás pudo tener la certeza de que su hermano también estaba muerto.

La casa de "Bichicuí"

Nicolás se enteró de que lo apodaban Bichicuí a los 29 años, cuando conoció la historia de la comisaría, y decidió identificar con ese nombre a la casa platense de sus padres, ubicada en 63 entre 15 y 16, que luego de ser recuperada por él en 2004 se convirtió en un centro cultural que tiene como premisa construir memoria vital sin transformar el espacio en un museo.

"Para mí, Bichicuí es personal de una manera impersonal; es más que nada lo que empezamos a construir en La Plata cuando recuperé la casa más allá de la historia, porque en dos años no tenés tanto tiempo como para que después en el club te digan 'eh bichi alcanzame la pelota', no llegás, los viejos no llegaron", explica Nicolás.

Su paso por La Plata fue parte de un camino hacia la recuperación de su identidad aunque aclara que la reconstrucción es permanente. "Cuando uno piensa que reconstruye su memoria personal se da cuenta de que reconstruye también la memoria colectiva y eso es una lucha diaria". Una vez recibido en Ciencias de la Educación, Nicolás decidió irse a vivir a Andalgalá en la provincia de Catamarca donde conoció a su esposa con quien tiene un hijo de tres años. Trabaja dando clases en secundarios, participa activamente contra la minería a cielo abierto y heredó un tesón que nadie pudo arrebatarle. "Mis viejos eran muy buenos trabajando y la verdad es que genéticamente estoy muy agradecido porque saqué la misma predisposición que ellos para luchar por las cosas". 

Memoria colectiva

Nicolás Berardi visitó Olavarría para colaborar con la reconstrucción histórica que están realizando los alumnos de 6º 5ª de la Escuela Normal sobre la desaparición de su madre, Marisa Gau, quien también asistió a ese colegio. Los adolescentes trabajan con la docente de Historia Gabriela Vigneau en el marco del programa provincial Jóvenes y Memoria y están elaborando un documental para mostrarle a la comunidad el resultado de su investigación. Emilio, de 17 años es uno de los alumnos que participa del proyecto y cuando reflexiona sobre la importancia de lo que están haciendo, siente escalofríos: “Nicolás nos dijo que nosotros le vamos a aportar datos de la madre que él nunca pudo tener. Para nosotros saber que podemos llegar a cambiarle la vida es muy fuerte”. Se espera que el documental esté terminado para fin de año./AC-FACSO