Notas

Un 14 de junio que cambió para siempre la vida de los ex combatientes

El después de los soldados, a 32 años de la rendición en Malvinas

Desde hace 32 años los soldados argentinos que volvieron de las islas Malvinas luchan contra los fantasmas de la guerra. Los sobrevivientes describen cómo su participación en el conflicto bélico los cambió y qué los mantiene aferrados a la vida

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Bandera y monumento a Las Islas Malvinas en
Ushuaia, Tierra del Fuego Argentina. Foto de
Rodrigo Muñoz

Manos fuertes que se volvieron temblorosas. Miradas esperanzadas que de a ratos se humedecen. Semblantes rígidos que debieron aprender a reír y relajarse. Pensamientos de gloria, necesidad de reconocimiento, tristeza, irritación y muchas otras sensaciones comparten quienes volvieron de pelear por la soberanía de las Malvinas. Para los ex combatientes Néstor Sánchez, Jorge Rey, Alfredo Torrecilla y Raúl Fernández, la guerra los transformó para siempre.

El momento tal vez más inesperado de la batalla sucedió a menos de 12 horas de la multitudinaria misa por la paz que dio el Papa Juan Pablo II en Buenos Aires. El 14 de junio de hace 32 años, se reunieron el comandante de las fuerzas inglesas Jeremy Moore y el comandante de la guarnición militar Malvinas, General de Brigada Mario Benjamín Menéndez. Por medio del comunicado número 165 del Estado Mayor Conjunto se informó el fin de las hostilidades, sin utilizar la palabra "rendición".

En un combate desigual, los soldados argentinos recibieron ataques en sus posiciones. Las cifras finales del conflicto arrojan la pérdida de más de 1.070 británicos, 649 argentinos en nuestras islas y cientos de cicatrices por ser narradas. "La guerra como cualquier otro proceso traumático es algo que entra, se transforma y sale otra cosa. Yo entré a la guerra con valores que me dio mi viejo. Si bien la pasé mal, no me tocó ver estacamientos, que los hubo. Sí bajé 20 kilos, pasé hambre, frío y no me han matado a un amigo, pero tuve compañeros que murieron", explica el soldado conscripto Néstor Sánchez, hoy con 51 años, frente a una audiencia numerosa y atenta en la ex Escuela Normal, reunida para conmemorar el Día del veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas.

Al regresar se instaló en La Plata y depositó todas sus energías en conquistar su deseo de ser contador. El camino no fue fácil, pero gracias a la contención de su familia y la ayuda de un compañero de estudios pudo finalizar su carrera universitaria. Su presente transcurre sin problemas, trabaja como contador en la Dirección Gral. de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires. "Tengo una linda familia. Con 'Clau', mi esposa llevamos 25 años de casados. Tenemos dos hijos, 'Fede' de 24 años, recién recibido de Ingeniero y 'Luchi' con 20 años sigue mis pasos y quiere ser contadora, esta en 3er año de la Facultad".

Cuenta que "al trauma" lo llevó "bastante bien". Al principio tenia pesadillas con frecuencia, "por ejemplo antes de dar algún examen en la Facultad. También cuando nació mi hijo varón, soñaba que lo llamaban a la guerra o a veces a mí ". Guardó lo vivido en la guerra "como en una cajita", que decidió abrir junto a los compañeros del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM La Plata). Los objetivos del grupo creado por soldados a meses de su retorno, son reivindicar las islas Malvinas, afianzar la democracia, sostener el antiimperialismo y la unidad de América Latina.

JorgeRey
Jorge Rey en el salón de actos de la ex
Escuela Normal, luego de brindar una charla por
el Día del veterano y de los caídos en la Guerra
de Malvinas./AC-FACSO

"No soy la misma persona que fue a Malvinas. Crecí de golpe, vi la suciedad de una guerra, compañeros muertos y si bien la vida sigue, creo que nunca volví de Malvinas", asegura el soldado reclutado Jorge Rey, de 50 años, en la misma charla desarrollada en la ex Escuela Normal. Él destaca que por 20 años no pudo hablar sobre lo que experimentó en la guerra, ni siquiera con su familia, compuesta por su esposa y dos hijos jóvenes, que desde siempre le brindan contención. "Malvinas me genera conflictos, porque yo no estoy bien, me pongo triste y a llorar. Al hablar del tema vivo momentos que en el resto del año voy apechugando de otra manera. A mi me cuesta ser expresivo".

Jorge espera "que la persona que estuvo en una guerra sea considerada de forma diferente, porque pasamos por una situación crítica. Fuimos obligados a ir y tenemos que convivir con esto por el resto de nuestros días, pero yo no quiero que me tengan lástima". Su situación de ex combatiente lo incluyó socialmente en la ciudad de La Plata. La describe como "una isla", por la preocupación social en ayudar a los veteranos de guerra, con el ofrecimiento de salidas laborales en la administración pública. "Hoy tenemos acceso a PAMI, el cual tiene psicólogos y psiquiatras que nos ayudan. Una pensión provincial y nacional, desconozco si todas las provincias actuaron igual. Los que trabajamos en la administración pública de la provincia de Buenos Aires recibimos un plus por haber ido a Malvinas", cuenta Jorge sobre el reconocimiento y la situación económica.

RaulTorrecilla
Raúl Torrecilla vive con el deseo de que la
sociedad se interese cada vez más por
Malvinas./AC-FACSO

No todos los soldados encontraron oportunidades laborales a su regreso. "Entré en Gas del Estado y no pude decir que era ex combatiente hasta tres años después de haber quedado efectivo, porque el jefe médico zonal que tomaba el examen directamente si tu currículum decía que eras ex combatiente te lo tiraba al tacho de la basura. Yo me tenía que callar porque teniendo dos hijas necesitaba trabajar", explica todavía indignado el ex suboficial del Ejercito Raúl Alfredo Torrecilla (56). Al volver del conflicto permaneció en el Regimiento de Chubut por tres años y tras una discusión con su superior a causa de disentir sobre el desempeño de los soldados en la guerra, renunció. En la actualidad trabaja en el Ministerio de Educación, su mujer en el Consejo Escolar y tiene tres hijos adultos.

La carga de haber estado en Malvinas no se hizo esperar y al poco tiempo de su llegada comenzó a tener dificultades. "Escuchaba un helicóptero y era volver a revivir lo que fue Malvinas. Mi señora me despertaba porque yo gritaba dormido, fue la contención familiar lo único que me salvó". A 32 años de la guerra de Malvinas, no percibe cambios en su personalidad y describe haberse vuelto mas comprometido con la causa. Espera que la sociedad se interese por Malvinas para lo que creó una muestra fotográfica itinerante 'Malvinas, el regreso', compuesta por 100 fotos actuales de los lugares en que los soldados defendieron la soberanía de las Islas. También da "gracias a Dios porque la sociedad se está empezando a abrir y a dar oportunidades" para que los ex soldados cuenten sus historias.

RaulFernandez
Raúl Fernandez en la biblioteca popular
"Crucero General Belgrano"/AC-FACSO
Con una familia que lo contiene, el veterano de guerra y jubilado del Ejercito Raúl Fernández (52), es socio de la biblioteca popular "Crucero General Belgrano". Disfruta de pasar horas en ese espacio, pagar impuestos, hacer mandados, compartir tiempo con su familia. Su esposa e hija mayor son docentes, mientras que sus otras dos hijas son estudiantes de la educación Secundaria y Facultad de Ingeniería. Nació en Resistencia, Chaco y recuerda que en su juventud, antes de Malvinas, era una persona tranquila que soñaba con tener su propio taller mecánico. Raúl asegura que la guerra cambió a todos los soldados. "Empezamos a buscar trabajo, pero volvimos con otro temperamento, irritables, con mucho rencor. Nadie preguntaba nada, no se hablaba de la guerra. Cuando me contrataban sabían de casualidad que era ex combatiente y ahí empezaban a buscarme la vuelta para despedirme".

Empujado por la necesidad de tener un mejor porvenir, decidió viajar a Buenos Aires. "Me encontré con un capitán que estuvo en Malvinas conmigo y me dio una mano grande para empezar a trabajar en el Ejercito". Pasó 30 años de su vida sirviendo al Regimiento y a pesar de no haber cumplido su deseo de ser mecánico, está agradecido porque lo contuvieron y valoraron mucho. "Sabían que yo era ex combatiente y me tenían mucha contemplación. Cuando me mandaba una macana, me mandaban al psicólogo y eso me ayudó". Aún hoy no entiende por qué "nos dejaron a un lado, porque si a nosotros nos hubiesen tomado a tiempo no hubiese habido tantos suicidios o alcohólicos entre los ex combatientes".

Los sentimientos de los argentinos se movieron entre el triunfalismo, con el desembarco del 2 de abril, y el descontento con la retirada de las tropas argentinas. La derrota más dura la sufrieron quienes fueron enviados a luchar por la soberanía de las islas Malvinas.