Notas

Zum/ La otra educación

Investigadores locales analizan espacios de educación no convencionales

callejeadasierrasbayas
Callejeada Sierras Bayas/ Foto: AC- FACSO

La escuela no es el único espacio válido para enseñar. A ese tipo de conclusiones está arribando un grupo de investigación de la Facultad de Ciencias Sociales tras analizar el surgimiento de espacios no formales de enseñanza destinados a niños, niñas y adolescentes. La relación más estrecha entre quien educa y quien aprende es una de las distinciones más visibles

"La escuela no es el único lugar en donde el docente se inscribe ni es el único lugar en el que se producen procesos educativos", aclara la profesora de comunicación Gabriela Casenave e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO). Ésta es una de las ideas que resultan de los estudios llevados a delante por el grupo Investigaciones en Formación inicial y prácticas docentes (IFIPRACD) de la Facso. Los profesionales del departamento de profesorado buscan identificar los nuevos sentidos que implican educar. Analizan, para eso, las prácticas educativas que no están incluidas dentro del sistema formal que la sociedad conoce.

Es domingo por la tarde. La sede de Callejeada Sierras Bayas está colmada con la presencia de unos 50 chicos que se acercaron a participar del encuentro artístico programado para ese día. Claudia Ortelli, la coordinadora, cuida todos los detalles. Los chicos más grandes colaboran a su lado en la venta de tortas, algunos se acercan a ofrecerle un mate, otros simplemente una sonrisa. Los del taller de rap y hip hop organizaron un evento abierto al público para demostrar lo que hacen en Estudio Serrano: cantar y bailar. Pasaron por el escenario alrededor de 10 jóvenes del pueblo y de la ciudad. Cada uno tuvo su tiempo de exposición y una vez finalizada la actividad abrieron el micrófono para hacer un estilo libre grupal.

La coordinadora entiende que uno de los objetivos del programa es "preparar a los chicos para que sean generadores de sus propios espacios, porque el éxito es más seguro si las actividades son organizadas por ellos mismos". Y el resultado de este ideal estuvo a la vista. Fabricio Etchegaray de 20 años, conocido como "FJ producciones", es uno de los principales impulsores de la movida del rap en la localidad serrana. Hace dos años que llegó a la Callejeada y hoy es uno de los que incentiva a otros a formar parte del espacio.

"FJ" junto a otros chicos organizaron el evento que reunió a jóvenes muy diferentes que comparten la pasión por el canto y el baile. "Salió mejor de lo que esperábamos, Claudia —la coordinadora— nos dejó organizar a nosotros y aprendimos mucho. Se compartieron y respetaron las producciones en un espacio abierto para los jóvenes. Eso no existía acá y que salga bien hace que te den ganas de seguir adelante", celebra animado el rapero. "FJ" empezó participando de un taller de radio que luego le permitió hacer su propio programa de rap denominado Chamullo callejero. "Fue gracias a este espacio que se me abrieron más oportunidades como la puerta enorme de tener un estudio de ensayo y grabación, esas cosas que no te imaginás cuando empezás haciéndolo para vos y que después te llevan a querer compartirlo con otros", cuenta entusiasmado.

Esto también es educación. Lo han descubierto los investigadores tras analizar diversas experiencias como ésa. Existen instituciones y programas que por fuera de la escuela trabajan también en la práctica educativa. Se trata de la educación no formal o no escolarizada en la que quienes aprenden tienen una participación distinta a la de épocas anteriores, donde el modelo imponía a la escuela como el lugar para aprender a socializar y a ser ciudadano. Estos espacios son observados por el grupo IFIPRACD con la aspiración de entender cómo se organizan las relaciones sociales en torno a la educación en el ámbito local.

"La diferencia que hay entre la escuela y la Callejeada es la responsabilidad que asumimos los adultos porque en este espacio nos comprometemos con la realidad cotidiana de los chicos y hay un acompañamiento más personalizado", diferencia Ortelli. El espacio que coordina es un programa provincial que se replicó en la ciudad por la necesidad de crear ámbitos socioeducativos y recreativos para contener a los adolescentes de entre 10 y 18 años. Surgió con la finalidad de reducir situaciones de riesgo y de vulnerabilidad que involucran a los jóvenes de la ciudad y los pueblos aledaños y se desarrolla con el fin de desplegar las capacidades físicas, psicológicas, afectivas e intelectuales de los chicos. Potenciar los sentimientos de pertenencia, cooperación y solidaridad son los principales objetivos.

En la localidad de Sierras Bayas la Callejeada es el único espacio que tienen los jóvenes para compartir y expresarse a través de las distintas actividades y disciplinas, según remarcan sus protagonistas. "En nuestro pueblo no había lugares de expresión cultural para los chicos. Una sociedad que no puede crear espacios para sus adolescentes es una sociedad violenta y por eso surge la propuesta de llevar adelante la Callejeada", subraya Ortelli.

Patios abiertos, Territorio joven, Macondo creativa, el departamento educativo del Parque La Máxima y el programa Callejeada son algunos de los espacios de educación no formal que existen en el Partido de Olavarría. La característica distintiva es que, aunque nacieron con un objetivo específico, el diálogo entre los coordinadores y los chicos permite desarrollar otros objetivos que surgen de la demanda de los mismos jóvenes.

El grupo IFIPRACD da cuenta de que estas instituciones intermedias nacieron para cubrir un vacío que dejó vacante la escuela. En las dos últimas décadas, como resultado de las transformaciones socioeconómicas, el Estado aplicó distintas estrategias para suplir el lugar que ocupaba la escuela como lazo social. En el modelo anterior la escuela representaba el lugar en el que se enseñaba a ser ciudadano a través de la difusión de una identidad común que homogeneizaba a los estudiantes.

Frente a la desestabilización del Estado, el sistema educativo formal debió enfrentarse a nuevas funciones. Lo escolar, según la investigación, se deslegitimó ante la exigencia social de convertir a la escuela en el espacio donde se intentan resolver las demandas sociales a las que el Estado no da respuesta. Lo que el desborde del sistema dejó es la incapacidad de vincularse unos con otros, por eso desde el Estado se crearon espacios para desarrollar prácticas educativas no escoralizadas a través de programas específicos y surgieron otros por la iniciativa de algunos ciudadanos.

El sentido de lo educativo se amplió, según Casenave, y ya no se circunscribe solamente a los contenidos curriculares sino que se extiende a las relaciones vinculares, que en muchos casos terminan sosteniendo a la misma práctica educativa. La particularidad es que en estos nuevos espacios sociales existe un diálogo y un intercambio de experiencias producto del vínculo que une a los actores y que desestabiliza la relación tradicional entre el docente y el alumno que se conserva en la escuela.

La responsabilidad de regular ciertas funciones que antes eran competencia del Estado se ha trasladado a los agentes sociales de los nuevos ámbitos educativos. Y aunque muchas de estas organizaciones tienen a la escuela como un modelo de oposición "desde el Estado se espera que los chicos triunfen en estos espacios si no pudieron hacerlo en la escuela desarrollando prácticas que sean de su interés y a la vez que los coordinadores tengan una relación personal con ellos para incentivarlos a que finalicen sus estudios", concluye Casenave./ AC- FACSO