Notas


Día Mundial del Medioambiente

Los reclamos de Colonia Hinojo siguen perdidos en la densa nube de ASP

ASP
ASP en plena actividad./Fuente: Vecinos de Col. Hinojo

Hoy es el Día Mundial del Medioambiente pero para los vecinos de Colonia Hinojo es un día más. Nada ha cambiado en el reclamo que sostienen desde hace ya dos años para que se efectivicen los controles ambientales sobre la fábrica de agroquímicos. Pero su lucha ambientalista no se agota con el tiempo y seguirá en pie hasta que alguien por fin los escuche

Dos años, dos denuncias, tres pedidos de informe y cuatro organismos gubernamentales. Es mucho más que tiempo lo que esperan los vecinos de Colonia Hinojo, ubicada a 15 kilómetros de Olavarría y con una población superior a los 900 habitantes. Quieren información y que alguien responda a sus cuestionamientos sobre la posible contaminación de la fábrica de agroquímicos Agroservicios Pampeanos S.A. (ASP) porque consideran que se está negociando con su salud.

La estación del año es para los vecinos una salvaguarda. El otoño y el invierno los protegen en el interior de sus casas. Mantener las ventanas cerradas para resguardar el calor del hogar se convierte en una barrera contra el polvillo y el humo denso que se origina en la planta. Las afecciones, sin embargo, son imposibles de eludir por el tiempo que llevan expuestos a los residuos de la empresa. La picazón en los ojos, la nariz y la garganta ya es cotidiana y se vuelve intensa cuando transitan por el Camino de los Pueblos. Las manchas en la piel son también marcas testigo de que algo en el ambiente no se encuentra bien.

La fábrica de fertilizantes ASP sigue funcionando sin la habilitación correspondiente, según aseveran quienes tienen sus casas a apenas cuatro cuadras. El riesgo de contaminación afecta el aire, los suelos y el agua de la zona provocando afecciones en las vías respiratorias y en la piel de los pobladores. A pesar de haber realizado acciones civiles como denunciar a la empresa ante el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) y pedir informes y certificados de aptitud ambiental que legitimen la habilitación otorgada a ASP por el mismo municipio, entre otras, ninguno de los responsables directos solucionó el problema ambiental que los aqueja. La respuesta fue siempre la misma; que estaba todo bien, que no había de qué preocuparse.

Eduardo Block, Marcela Díaz y Marisa Safenreider son parte del grupo de vecinos autoconvocados que luchan para que la fábrica ASP y los organismos responsables certifiquen que la actividad productiva de la empresa realmente no contamina el ambiente. En 2010 se organizaron, alertados por el olor nauseabundo que todavía hoy emana la empresa y por las distintas afecciones que ellos asocian directamente a la actividad de la fábrica, como la picazón en la garganta, la nariz, los ojos y la piel que son cada vez más frecuentes entre los vecinos de la región. "Los efectos son a largo plazo, desde el '98 que la empresa está ahí y hace pocos años que empezamos a darnos cuenta de que nos estaban contaminando por los distintos problemas de salud que nos afectaban", explica Eduardo.

El esfuerzo de los vecinos por agotar las instancias administrativas y realizar el reclamo de manera pacífica no está siendo suficiente. Asamblea de vecinos, denuncias a la empresa ante organismos provinciales y municipales, encuestas para conocer el estado de salud actual de los vecinos, panfletos de concientización, reuniones con especialistas, empresarios y funcionarios públicos, presencia mediática para instar por una solución inmediata al asunto. Nada logró el cierre preventivo de la planta ni se tomó medida alguna para regularizar los problemas ambientales cuestionados.

Excusas de categoría

Las fábricas están categorizadas de acuerdo a su producción, los residuos que pueden emanar y la contaminación potencial sobre el medioambiente. ASP pertenece a la categoría dos, cuya tutela corresponde al municipio mientras que el OPDS se encarga de controlar a las de categoría tres, cuya peligrosidad potencial es mayor. A pesar de las categorizaciones, el Ejecutivo local niega su responsabilidad sobre el monitoreo de la firma canadiense. "La última habilitación que tiene la municipalidad es de 2009, como planta de molienda y peletizado de yeso. No figura como fábrica de fertilizantes y acopio de agroquímicos. Ante nuestro reclamo, pidieron un informe a la OPDS. La municipalidad se saca de encima la responsabilidad de velar por nuestro derecho a la salud realizando el control a la empresa", cuestiona Eduardo. "Lo que nosotros le planteamos es que si ellos no son los responsables como dicen, entonces la empresa está mal categorizada y es mucho peor. Si depende de la Provincia es porque es más peligrosa", contrapone Marisa.

Paradójicamente, la firma tiene como lema "pensar y actuar con seguridad". En su política empresarial la primera premisa es el "cuidado responsable del ambiente" mediante el monitoreo periódico de la calidad del aire, agua y suelo y el tratamiento de los residuos. Según las averiguaciones realizadas por los vecinos esta premisa se contradice con el accionar de ASP, porque aunque el informe preliminar dictado por la OPDS indica que "la actividad de la fábrica es normal", ellos pudieron cerciorar que funciona sin el certificado de aptitud ambiental que debería haber sido exigido en su habilitación.

El problema, entonces, es de fondo. "La política ambiental del Estado es un colador con agujeros, donde no hay sanciones a la empresa ni una compensación a los vecinos por el sufrimiento ambiental. Esto responde a la superficialidad de los mecanismos de la política ambiental que no hacen más que ocultar la realidad", sentencia el Dr. Marcelo Sarlingo antropólogo y especialista en problemas medioambientales.

El problema del crecimiento industrial irresponsable

Hace 14 años que la fábrica de fertilizantes ASP, de capitales canadienses, reside a 400 metros de Colonia Hinojo, al margen del Camino de los Pueblos. Su emplazamiento desde el punto de vista ambiental tiene mucha sensibilidad ya que la fabricación de ese tipo de productos, por las tecnologías que se emplean en la producción, tienen un alto impacto de contaminación sobre los suelos y las napas de agua porque suelen tener tóxicos que afectan la salud humana.

La problemática ambiental que se padece en Colonia Hinojo se manifiesta como un caso testigo, según el análisis de Sarlingo, porque concentra los elementos típicos de todas las problemáticas ambientales. Para eludir sus responsabilidades, las fábricas multinacionales buscan instalarse en zonas con poblaciones pequeñas por una razón especulativa: si son demandados por contaminación ambiental, el resarcimiento económico será tan escaso como la cantidad de habitantes.

El impacto ambiental de emprendimientos como éste y, en general, las maneras de producción y explotación del medio rural, afectan, según Sarlingo, de manera directa a las zonas urbanas de alrededor. Aquellas regiones rodeadas de campos productivos donde se hace agricultura reciben del proceso de producción, residuos contaminantes que se quedan en el aire o en las napas.

Olavarría crece como polo industrial pero lo hace sin respetar las políticas ambientales que regulan el funcionamiento de las empresas de ese tipo, según analiza Sarlingo. El especialista alerta de que las firmas potencialmente contaminantes explotan los recursos locales aprovechando la falta de controles que el municipio debe aplicar para proteger la salud de los vecinos.

A pesar de que las respuestas son nulas y de que la empresa sigue funcionando, los vecinos no se dan por vencidos y siguen peleando por su calidad de vida. "Nosotros ya no somos vecinos autoconvocados sino ambientalistas que luchamos para que el derecho a la salud del vecino de la zona deje de ser violado. No vamos a bajar los brazos porque somos ciudadanos con derechos, conocemos las armas que tenemos que usar y porque la municipalidad debe responder por nosotros", sentencia Eduardo.

En abril de este año los vecinos pidieron nuevamente el cierre preventivo de la fábrica hasta que se regularice la situación ambiental pero su reclamo no se efectivizó y ahora van por más. La próxima medida que están dispuestos a tomar es el corte de ruta en las inmediaciones de la empresa. Si vuelven a ser desoídos, no descartan solicitar un recurso de amparo ante la Justicia para obligar a ASP a suspender la actividad hasta que se aclare definitivamente si está o no contaminando al pueblo./AC-FACSO.