Notas

Historias humanas de trabajo y gratitud

El oficio de recibir para dar

Aprender una profesión en un centro de formación puede cambiar vidas. Es el caso de Pablo y Marita quienes, como obrero y operadora sociocomunitaria, ganaron mucho más que un trabajo y ahora usan lo que saben para ayudar a otros

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"Todo lo que tengo hoy es gracias al Centro", asegura Pablo Perazo, de 23 años, con la satisfacción de los logros alcanzados reflejada en su cara. Nació en Olavarría pero a los 16 años se mudó a Claromecó con su papá, junto a quien aprendió a trabajar de albañil. Fue su ayudante hasta los 18 años, cuando decidió volver a Olavarría para vivir con sus abuelos. En su retorno en busca de trabajo se reencontró con un antiguo amigo que lo invitó a participar de un curso en el Centro de Formación Profesional N° 403 (CFP) Carlos Alberto Moreno.

Con sus conocimientos previos como puntapié inicial y su amigo como principal impulsor decidió ir a ver de qué se trata el curso. "Antes de entrar al CFP trabajaba como ayudante de albañil, pero quería aprender el oficio. El Centro me ayudó a aprender el oficio completo, para terminar de comprender varias cosas", destaca Pablo.

Los cursos que se ofrecen en CFP son gratuitos y los certificados tienen validez provincial. Pablo cree que obtener el título de oficial albañil cambia radicalmente la inserción en el mercado laboral. "Te ayuda mucho en el currículum porque cuando vas a una empresa constructora y ven que tenés certificado hay un 90% de posibilidades de que te tomen. Antes de ir al Centro busqué trabajo en varias construcciones pero me tomaban como peón y sólo por unos días. Ahora, en cambio, me vienen a buscar para trabajar".

Construir un camino propio y para otros

En el curso además de fortalecer la parte práctica a través de la teoría, encontró el trabajo por el cual decidió volver a la ciudad. "Hacía tres semanas que había empezado a cursar y como yo algo ya sabía, el instructor me ofreció trabajar con él en sus obras y desde ese día es mi patrón. Me dio el trabajo que no tenía. Eso me motivó a seguir con el curso porque empecé a tener muchas oportunidades".

Una de las cosas más importantes que aprendió en el CFP son, según Pablo, sus derechos como trabajador. "Por un lado, nos dieron un curso de condiciones de trabajo para nuestra seguridad, y por el otro, cómo nos tenían que tratar y cómo teníamos que trabajar nosotros, siempre nos brindaron apoyo en ese sentido", destaca.

Pablo devuelve ahora al Centro algo de lo mucho que le dio. Está refaccionando la sede de la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos, ubicada sobre la calle Rivadavia al 2900, para que funcionen allí algunos cursos. "Estoy tapado de laburo, pero después de mi horario de trabajo voy al salón a hacer las reparaciones porque a mí me ayudaron y me corresponde devolver el favor. Es la manera de retribuir al Centro todo lo que me dio; trabajo y amigos", celebra Pablo con una sonrisa.

Aprender a ayudar

La de Marita también es una historia de gratitud. "El CFP me cambió la vida. Estando ahí me di cuenta de que esto es lo que me gusta, lo que amo hacer. Por eso le tengo un cariño enorme", confiesa emocionada María del Carmen Acuña, de 39 años. Ella es operadora sociocomunitaria desde hace tres años.

Marita comenzó con el trabajo social colaborando con el Banco de la Buena Fe y luego obtuvo una beca del Ministerio de Desarrollo Social. Ella explica que un día, en una visita de los agentes municipales, aprovechó para pedirles trabajo porque hasta ese momento sólo cobraba la beca, pero le dijeron que necesitaba formarse. Fue entonces cuando decidió acudir al CFP. En 2009 el centro brindaba un curso de Operador Sociocomunitario – que consiste en ser un referente en el barrio y mediar entre las instituciones y los vecinos- y Marita empezó el curso sin saber de qué se trataba, según ella misma reconoce, aunque por la calidez del lugar logró sentirse parte rápidamente. "Ahí aprendí a amar todo lo que es trabajo social", recuerda con cariño.

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El curso ofrece a sus estudiantes pasantías en las que se pone en juego el rol del operador sociocomunitario en un espacio barrial. "El CFP me ofreció trabajar con una compañera en el barrio Facundo Quiroga II para integrar la junta vecinal. No fue fácil porque éramos dos extrañas que queríamos entrar a ayudar al barrio pero de a poco nos fuimos integrando hasta que nos invitaron a formar parte de la Mesa de Gestión. A partir de ahí no me fui más", sentencia.

Una vez concluida la formación y finalizada la pasantía, Marita apuesta a su título y es finalmente reconocida como una trabajadora social. "Pedí trabajo nuevamente en la municipalidad y me contrataron para trabajar en el Centro de Integración Comunitaria porque yo tenía ya mucho contacto con el barrio. Y acá estoy feliz, este es mi espacio", asevera sonriente.

Haber formalizado su labor diaria le permite realizar más acciones concretas en el barrio. "Acá hay un montón de actividades. Ahora trabajo en un proyecto para consolidar la biblioteca sobre todo porque los chicos y la gente grande del barrio se engancharon con la propuesta, traen libros para colaborar y se llevan muchos para leer en sus casas", observa Marita.

A partir del proyecto de la biblioteca surgió la demanda por parte de los mismos chicos de recibir clases de apoyo escolar. Marita activó sus contactos y retornó a las fuentes. "Como siempre, volví al CFP, la llamé a Celia (Lizaso, secretaria del CFP) y la puse al tanto de la situación. Ella me contactó con Hosanna (Cazola, preceptora del Centro) quien junto a un grupo de estudiantes del Instituto de Formación Docente N° 22 vienen de manera gratuita a enseñarles a 23 nenes en dos turnos".

Marita menciona repetidamente a Mirta porque, como Pablo, se lleva del CFP algo más que un oficio. "Mirta es mi vecina, vivimos a una cuadra pero no habíamos tenido trato hasta que empezamos a cursar en el Centro. Ahora somos el dúo, de ser vecinas y no tener trato, pasamos a caminar juntas gracias al CFP", ironiza.

Pablo y Marita son apenas dos de las 100 historias de vida que se transforman año a año en el Centro de Formación Profesional N° 403. De allí se van con un certificado de oficio, las herramientas necesarias para enfrentarse al mundo del trabajo y amigos inseparables. Un poderoso kit de instrumentos capaz de transformar la vida de quienes lo quieran usar. /AC-FACSO