Notas

Zum/ Promoción de la legislación que protege a los niños, niñas y adolescentes

Derechos con ritmo murguero

Unos 20 jóvenes de entre 17 y 25 años, integrantes de la Juventud de la CTA, iniciaron el mes pasado en los barrios Villa Magdalena y Villa Aurora el programa Punto y Coma, el que no conoce sus derechos se embroma. El objetivo es dar a conocer la legislación que protege a los niños, niñas y adolescentes

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El que no conoce sus derechos se ambroma/AC 

Es un sábado soleado, en la Escuela N° 65 están reunidos alrededor de 30 niños y adolescentes entre 5 y 14 años pertenecientes al Barrio Villa Magdalena y Villa Aurora junto a la Juventud CTA. En el patio resuenan bombos y platillos murgueros. Cada fin de semana durante tres horas los niños se reúnen a bailar y tocar los tambores y arman las caretas y los trajes que usarán el día de la presentación de su murga barrial. Mientras tanto, aprenden y debaten sobre sus derechos, sus necesidades y sus demandas como sujetos sociales.

Una gran ronda se forma en el patio. Luciano Bascones, de 31 años, profesor de percusión es el centro de la atención. Con mucha paciencia y dedicación explica a los niños de 5 a 11 años, una y otra vez, paso por paso cómo lograr un ritmo armónico con bombos y platillos.

Luego de la primera hora de la tarde los niños más pequeños ingresan al sum de la escuela, forman una ronda alrededor del "profe Ariel" (Rodríguez) y mediante prácticas sencillas y divertidas como girar y quedar paralizados como en una foto o tratar de tocar los tobillos del compañero mientras bailan, aprenden los primeros pasos de un murguero. Al mismo tiempo, en un espacio apartado del salón de baile, los adolescentes entre 12 y 14 años aprenden la parte teórica para convertirse en promotores de sus derechos.

Mientras los más pequeños se divierten y aprenden sobre la murga, los adolescentes que concurren al encuentro se van a un lugar apartado donde trabajan con Hosana Cazola, de 26 años, integrante del Centro de Formación Nº 403. Allí plantean las demandas barriales y las suyas como sujetos de derecho, reflexionan sobre el derecho a ser oídos y a que su opinión sea tenida en cuenta tanto en el ámbito social como en el familiar. Consolidan también la murga barrial a través de la cual desarrollan sus potencialidades creativas y reflexivas sobre su realidad. "Me gusta porque la murga es un sueño y me gustaría enseñarles a otros chicos a bailar y sobre sus derechos", proyecta Anahí una niña de 10 años del barrio Villa Aurora.

Luego de una hora agitada y cargada de risas, con un poco de cansancio y hambre, todos se sientan en largas mesas y mientras esperan la merienda, siguen trabajando en las máscaras que empezaron el sábado anterior. En ese momento todos parecen olvidar que en realidad están en la escuela, Juan Sisti de 23 años, da las instrucciones básicas para crear las máscaras mientras cada chico en su lugar se concentra en seguir los pasos y concretar su producción.

Una vez terminado el trabajo práctico del día y la chocolatada con galletitas, se reúnen todos en el centro del salón. Grandes y chicos aplauden las actividades y los logros del día. Forman una gran ronda, se toman de las manos y se despiden gritando al unísono "chau, hasta el sábado que viene".

Las leyes tienen voz

Punto y Coma, el que no conoce sus derechos se embroma surge por una iniciativa de distintas agrupaciones nucleadas en CTA, el Centro de Formación N° 403 y SUTEBA, con el objetivo de promover las nuevas leyes que amparan los derechos de los niños y adolescentes, a través de la formación de promotores y la creación de una murga barrial.

Con la militancia juvenil como su vocera, las Leyes ganan eco en Villa Magdalena y Villa Aurora. Ariel Rodríguez dirigente de la Juventud CTA sostiene que "este proyecto es una manera de transferir cuestiones políticas, legislativas e ideológicas en un proyecto de base humilde que deje algo, y estos son los primeros pasos". Para eso, reúnen la parte más teórica con la idea de formar promotores de los derechos del niño y la adolescencia con el proyecto artístico de la murga.

En síntesis, el objetivo es "buscar de alguna manera una justicia social desde la apropiación, el conocimiento y el fortalecimiento de las subjetividades de cada ciudadano, desde los más chiquilines hasta los más grandes, que todos sepan cuáles son sus derechos es una manera de poder juntarse con el otro, poder llegar con más conocimiento es darle más herramientas al pueblo" concluye Ariel.

La puesta en marcha

Luego de una reunión con tres instituciones barriales y de ver con frecuencia realidades duras, los jóvenes de la CTA detectaron que existía un desconocimiento generalizado sobre los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Fue por eso que decidieron formar a los adolescentes para que difundan la legislación que los ampara a través de una propuesta atractiva.

Eligieron la murga porque permite construir una identidad colectiva. "Nos permite pensarnos juntos, compartir intereses como grupo y luego llevarlo al barrio para que ellos puedan pensarse ahí de acuerdo a sus necesidades y a lo que les gusta. Que lo puedan defender y apropiarse de sus derechos", argumenta Hosana.

El objetivo de la murga es afianzar la voz de los niños, niñas y adolescentes mediante la expresión artística de su realidad, por eso los colores, las máscaras y los trajes que se confeccionan son elaborados y seleccionados por ellos mismos como parte de la identidad que construyen en la murga.

El granito de arena

El proyecto fue elevado y aprobado por la Secretaría de Niñez y Familia de Desarrollo Social de la Nación. El subsidio es de 38.000 pesos y con eso compran instrumentos musicales, artículos de librería para construir las máscaras y los trajes y la leche y las galletitas para la merienda.

Para septiembre el proyecto debe estar listo. El desarrollo se monitorea con auditorías que controlan que el dinero otorgado se use para lo que se lo asignó. Si todo sale bien, podrían renovarles la financiación. /AC - FACSO