Notas
Zum/ Continuar a pesar de todo
Cumelén sobrevive con mucho esfuerzo y subsidios atrasados
Fabián Funes, director de la comunidad terapéutica para niños y jóvenes droga dependientes, sostiene que ya es insostenible seguir funcionando sin los fondos del Estado que les adeudan desde hace cinco meses. Además asegura que se desconoce el trabajo que hace Cumelén y cuestiona la manera en que los niños y adolescentes con esta problemática son derivados fuera de Olavarría. 
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Fabián Funes. /AZ - FACSO
El día en que ZUM visitó Cumén la calidez que rodeaba el lugar sobresalía. La tarde soleada,  el ruido de los pájaros o el hermoso parque que circunda la gran casa ubicada sobre la Autopista Fortabat, hacen que la permanencia sea placentera. Se respira aire puro y libertad, aunque paradójicamente Cumelén sea un lugar de encierro. 
El director operativo de la institución, Fabián Funes, reveló la gran problemática con la que se encuentran los últimos cinco meses: seguir funcionando sin el dinero que la Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la Provincia de Buenos Aires – SADA – debería enviarles para cubrir salarios y costos de alimentos. Además contó cómo es la labor cotidiana en una comunidad terapéutica de estas características y describió la dura realidad de los chicos que llegan a realizar su tratamiento. Su relato deja al descubierto la soledad y la invisibilidad con la que muchas veces trabajan este tipo de  instituciones y devela que muchas veces los derechos de los niños, niñas y adolescentes plasmados en las leyes distan de su cumplimiento en la práctica.
“La SADA le debe a las comunidades terapéuticas cinco meses, lo cual se hace insostenible. Han pasado los gobiernos, distintos partidos y la cosa no cambia. Siempre ha habido falencias y graves”, sentencia Funes.
En Argentina hay alrededor de 65 comunidades terapéuticas agrupadas en la Federación de Organismos No Gubernamentales - FONGA -. Son muy pocas las comunidades con modalidad de internación estatal. Cumelén es una prestadora de servicios del Estado que funciona con el subsidio de la SADA - la cual debería cubrir el tratamiento a los mayores de 18 años - y de la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia, también de la Provincia. 
Fabián Funes afirma que en Olavarría se desconoce el trabajo que se hace en Cumelén. Desde hace 14 años la educación primaria funciona en la comunidad y, según él, el Consejo Escolar se enteró hace muy poco tiempo de la existencia del convenio. “Acá no viene ningún político, vienen los pibes de la facultad. No nos tienen en cuenta, salvo que te necesiten para algo, se desconoce el laburo que hacemos y eso duele”. Los sectores que sí los consideran, según Funes, son el Programa de Integración por el Arte y la Escuela N° 65 del barrio AOMA. También cuenta que los chicos han participado de actividades organizadas por La Cámpora y ADEPP - Acción y Desarrollo Estratégico de Políticas Públicas - como las pintadas en las escuelas. “Tuve muchos prejuicios con la cuestión política, pero ya no, no quiero perderme de hacer cosas con los pibes, yo sé con que intención lo hago”, concluye.
Los derechos en la Ley, la realidad en otro lado
Cumelén aloja aproximadamente a unos 40 varones de entre 12 y 39 años de los cuales, al momento de la realización de esta nota, sólo uno era oriundo de Olavarría.
La Ley para la Protección de los Derechos de niñas, niños y adolescentes, implementada en el 2006, promueve que estos estén lo más cerca posible de su ámbito familiar ¿Qué pasa entonces con los niños y adolescentes de Olavarría? ¿Por qué casi todos son derivados fuera de la ciudad? Funes argumenta que en algunos casos, sobre todo los más grandes, prefieren alejarse del lugar de pertenencia para evitar la tentación de escaparse al tener su casa cerca. En el caso de los menores también se utiliza ese recurso. “No es lo que dice la ley pero se hace así. A nosotros se nos ha cuestionado mucho que no trabajamos con los chicos de Olavarría, pero no tenemos el poder de internar pibes. Es la gente del CPA - Centro de Prevención de Adicciones -  y del Servicio Local, entre otras instituciones, las que derivan”, señala el director de Cumelén.
Al respecto ZUM consultó a ambas entidades sobre la manera en que se realizan estas derivaciones. Desde el CPA su coordinadora, la licenciada María Eugenia Randazzo, aseguró que trabajan en red y que, si bien ellos pueden sugerir alguna comunidad terapéutica destino, la decisión final depende de la SADA de acuerdo a los cupos disponibles y a la modalidad de tratamiento pertinente para cada paciente. Al cierre de esta nota, el Servicio Local de Promoción y Protección de los Derechos del Niño todavía no había dado respuesta a la consulta planteada. 
 Tratamiento excluyente
Sólo los varones pueden internarse en Cumelén. Funes explica que casi no existen comunidades terapéuticas mixtas y que ellos alguna vez hicieron el intento pero la convivencia entre ambos sexos se dificultaba. 
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Niños y jóvenes de Cumelén. /AZ - FACSO

¿Qué ocurre con las personas transexuales? El director de Cumelén relata la injusta experiencia de una persona que no pudo quedarse en la casa, porque en los papeles de derivación figuraba el nombre de un varón aunque su apariencia fuera la de una mujer. “No existe en ninguna comunidad terapéutica una persona con estas características haciendo un tratamiento. Y yo calculo que debe haber demandas. En eso estamos todavía un poco atrasados. Ella tampoco podría haber sido internada en una de mujeres porque no es mujer para la ley (No había hecho el cambio de identidad en su documento). Si bien hemos avanzado, y es probable que si ella hiciera lo suyo podría tener su DNI con su nombre y demás, el hecho concreto es que yo ahí tenía una mujer y en el papel me figuraba un hombre”, explica. 

Si bien la Ley de Protección de los Derechos del Niño debería promover y garantizar la salud y el bienestar pleno de este grupo poblacional, en la práctica el uso que los agentes responsables hagan de sus principios puede resultar contraproducente. Fabián Funes asegura que ni bien se implementó la nueva legislación las comunidades terapéuticas se vaciaron de chicos que necesitaban rehabilitarse porque podían elegir quedarse o no. “Cuando sale la Ley se armó un lío importante, porque no fue bien bajada. La ley está buenísima comparada con la anterior, pero tiene que ver también el uso que le das. Los llamaban a los pibes que estaban internados y les decían `¿Vos querés seguir estando ahí?´, la respuesta obvia era `no´, entonces `bueno, chau te podes ir´. No es así, esto es un lugar abierto, pero vos les tenés que dar a los chicos las herramientas necesarias para que ellos puedan elegir, porque si vos le das una sola opción y es la más fácil, eligen esa. A los pocos meses muchas instituciones cerraron porque no tenían chicos”, analiza. 
Educar para la vida fuera de la comunidad
Fabián Funes es de Sierras Bayas y llegó a Cumelén en 1994 pero no bajo el cargo que hoy ocupa sino para realizar su propio tratamiento contra las drogas. “No es común que yo diga esto”, admite entre risas y una mirada cómplice mientras se dispone a contar. “Estaba viviendo en Buenos  Aires y llegué para hacer mi proceso terapéutico. En la etapa final una médica psiquiatra que trabajaba acá me impulsó a hacer algún tipo de trabajo relacionado con la prevención. Decidí empezar a capacitarme como operador socioterapéutico. Hice mi primera pasantía de estudios en EE UU, luego seguí formándome y empecé a laburar como operador”. Este es uno de los roles fundamentales de una comunidad terapéutica porque quienes ocupan esta función conviven con los chicos y siguen de manera global cada tratamiento. 
Cumelén cuenta con un equipo de trabajo interdisciplinario conformado por dos médicos psiquiatras, trabajadores sociales, psicólogos, ocho operadores socio terapéuticos, una nutricionista y un profesor de Educación Física. Aparte están los coordinadores de los talleres de teatro, computación, percusión, radio y periodismo. 
Funes cuenta orgulloso que son la única comunidad terapéutica en el país donde hay una escuela funcionando puertas adentro, y eso tiene que ver con su compromiso y con su actitud de búsqueda constante de mejores posibilidades para los chicos. También relata que desde hace un tiempo el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo se lleva a cabo en la institución para preparar laboralmente a los chicos y generar puentes que les aseguren un empleo cuando salgan de la internación.
La realidad de los niños y adolescentes que ingresan a la comunidad es muy difícil. La internación es el último recurso para un tratamiento de recuperación por eso, cuando los adictos  llegan a Cumelén lo hacen con un deterioro físico importante y, muchas veces, con vínculos afectivos poco sanos o dañados. Matías tiene 19 años y es de 9 de Julio. Es la primera vez que hace un tratamiento contra la droga y plantea que su familia no lo apoya. “Medio que allá yo estaba solo. Mi vieja cuando voy a mi casa me tiene afuera, no me tiene confianza. Yo a lo último no vivía con ella, rotaba de la casa de mi hermana a la de un amigo. Últimamente me había hecho un rancho de nylon, pasé frío”. La desprotección de las familias es frecuente, según Funes. "Mendigamos para que los vengan a ver", sentencia. "Nunca tuvieron nada y si lo tuvieron lo perdieron, no sólo lo material sino también lo afectivo. Por eso acá tratamos de darles otra posibilidad y de otorgarles herramientas que les sirvan afuera. Acá hay pibes que aprendieron a incorporar hábitos básicos de higiene y hasta aprendieron a leer. Tuvimos chicos de 13 o 14 años que no sabían usar el inodoro porque le tenían miedo, eso es la droga dependencia y el nuestro es todo un trabajo de enseñanza”, resume. /AZ-FACSO