Notas

Educación Sexual

Carlos Rodríguez, desde Chesida, y su participación en el Congreso Provincial de Salud

Para el programa, la ESI es central prevenir el VIH. Es por ello que es necesario reformular cuestiones vinculadas a los discursos sobre la sexualidad.

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María José García - Agencia Comunica

04/05/2022

Los “activistas preguntamos y nos preguntamos por qué aun persiste, con toda la información que hay, el estigma, la discriminación y el autoestigma de quienes vivimos con VIH”, expresa Carlos Rodríguez, referente de Chesida, después de participar del Congreso Provincial de Salud en Mar del Plata. En este encuentro multitudinario participaron tanto autoridades provinciales y secretarios de salud como programas destinados a acompañar, informar y promover los derechos de la salud.

Carlos Rodríguez asistió como coordinador del programa a la mesa “El derecho de los pacientes y las comunidades. La organización y la articulación estatal”. En esta también participaron siete representantes más, destinados a tratar temas como la oncología, el VIH, la salud mental, Síndrome de Ásperger, TEA y TGD, entre otros.

Chesida, programa perteneciente a la Facultad de Ciencias Sociales, fue convocado debido al “trabajo intenso y comprometido”, asegura Rodríguez. Trabajo que data desde el 2002, cuando la Secretaría de Extensión les ofrece crear el programa de manera oficial a quienes se proponían hablar sobre el virus. “Lo personal se transforma en político en compañía de otras personas o compañeros, en ese momento, de estudio”, destaca el referente.

“Para prevenir el virus, la educación sexual es central”, asegura el titular de la ONG. Es acá donde “aparece el sentido de nuestra participación en el Congreso y lo que propusimos”, señala. Y “celebramos que el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires vuelva a incorporar, en la agenda, el diálogo con las organizaciones de sociedad civil y, puntualmente, con las redes de personas viviendo con VIH”, añade.

La participación en el Congreso Provincial de Salud

Cuando el VIH aparece en el mundo, es interesante para Rodríguez ver “cómo los medios pueden construir o reproducir estigma, violencia y discriminación”. Y cómo hablaban, en su momento y ahora también, de ‘grupos de riesgo’ que, dentro de ellos, estaban las mal llamadas ‘minorías sexuales’.

“Era una infección que socialmente se la vendía como la peste rosa, el cáncer gay, el castigo divino”, expresa el coordinador indignado y añade: “sucedía en una cultura que salía de la dictadura militar donde muchas personas, al momento que se iban enterando de los crímenes de la lesa humanidad, las justificaban”. Ese pensamiento, para Carlos, tiñó los discursos que emergieron y hegemonizaron los medios de comunicación con respecto al VIH. Además de que, históricamente, “las infecciones de transmisión sexual han sido consideradas como vergonzantes, porque tienen que ver precisamente con un tema que todavía es tabú para occidente, la sexualidad”.

En la actualidad, las estadísticas duras dicen que todas las infecciones de transmisión sexual han crecido durante la pandemia. Y que el VIH ha crecido en la población joven, entre 18 a 25 años, y que, gran parte de ese público, pertenece a la comunidad LGBTI+, según el último boletín del Ministerio de la Salud de diciembre del 2021.

Para explicar las causas de esas nuevas infecciones, “intentan, por un lado, dar como explicación el hecho de que les jóvenes acceden, a través de las nuevas tecnologías, a las apps de citas o de encuentros sexuales y que eso fomenta el incremento de los encuentros sexuales”, reflexiona el representante de Chesida. “Y, por otro lado, el conocimiento de que hoy el VIH no es una infección que va a llevar a la muerte, sino que es tratable, también ha bajado la guardia ante la ausencias de campañas a nivel nacional, provincial y municipal desde hace más de 15 años”, afirma.

A raíz de esto, hay grandes necesidades de atención en ciertos puntos que atraviesan tanto la salud, como la educación, la legislación, los movimientos sociales y las políticas públicas.

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Educación y reproducción de discursos

Para el coordinador de CHESIDA hay que “dejar de tener una mirada adultocéntrica y que les docentes comiencen a escuchar a sus estudiantes” como así también fomentar la creación de Centros de Estudiantes en los que “se conformen, a voluntad, comisiones de género, de salud sexual y de derechos sexuales”.

“Precisamos una ESI que supere el modelo biologicista, el modelo sanitarista-pedagógico, el de la sexualidad como problema o riesgo. Que comience, en cambio, a dar información precisa para la vida de les jóvenes. Se precisan discursos nuevos sobre el VIH”.

A su vez, “la matriz epistemológica de la escuela ha sido heteronormativa, se presume que todes  -tanto docentes como estudiantes- son heterosexuales. Y muches jóvenes no pueden hablar con sus familias de su sexualidad, de sus elecciones o del inicio de su vida sexoafectiva, entonces, ¿qué mejor lugar que la escuela para poder hablarlo?".

Lo mismo pasa con la superación de lo binario, donde “hay que cuestionar esta concepción en la que., a partir de nuestra genitalidad, se nos asigna un sexo y a ese sexo se le asigna un género al que, a su vez, históricamente se le asignaron roles”.

Hay que “pensar en la infancia trans. Los avances que tenemos hoy, a partir de la Ley de Identidad de Género, indican que es necesario. En la mayoría de los relatos de las personas trans que se hacen visibles aparece la cuestión de que lo supieron desde la niñez. Pensar eso es cambiar toda la educación”.

La escuela debería también “habilitar sus espacios, tener equipos de salud. Y que pueda decirte cuál es la sala de atención primaria que corresponde a tu barrio, cuáles son tus derechos y dónde los solicitas, cómo utilizar las nuevas tecnologías para bajar información validada científicamente, entre otras cosas”.

La Ley de Educación Integral fue sancionada en 2006 y, para Carlos Rodríguez, “es necesario actualizarla”. Subraya que “la influencia de la tradicional iglesia católica, de las escuelas de gestión privada o de algunas líneas evangelistas generen la reproducción de discursos y prácticas con respecto a los géneros y a las sexualidades que nada tienen que ver con las necesidades de un Estado laico”. Generan, en cambio, “vulneración de derechos, reproducción de estigmas, violencia y segregación”.

La salud y la capacitación en perspectiva de género

Una de las vías de mayor transmisión del VIH son las prácticas sexuales sin métodos de barrera como el preservativo o el campo de látex. Por ende, para Rodríguez “es necesario dejar de romantizar el sexo y comenzar a hablar de prácticas sexuales: reconocerlas, poderlas nombrar, y dar información sobre los cuidados”.

“Nos parece a nosotros como programa que es necesario un enfoque de derechos y perspectiva de género en la práctica médica. Es necesario capacitar a los equipos de salud, y no solo a los médicos, sino también a los trabajadores sociales, psicólogos, administrativos, y todos los que participan en el sistema público de salud”, aclara el referente y añade la importancia de “fortalecer la atención primaria de la salud, que son los primeros lugares a donde concurre la población”.

Las políticas públicas

Al referirse a este tema, Rodríguez enfatiza que “falta más presupuesto, es necesario crear nuevos servicios de salud sexual en toda la provincia”. Y, para señalar a nuestra ciudad en particular, ofrece dos ejemplos concretos en los que el gobierno decidió dejar de lado a la salud sexual: “el Programa Municipal de Salud Sexual y Reproductiva estuvo cinco años dormido. Y el cupo laboral trans también, fue aprobado por una unamidad pero luego vetados todos los artículos que lo hacían funcionar”.

Por eso opina que “pareciera que en la cabeza de les concejales de las distintas fuerzas políticas no termina de ingresar la importancia de que la ciudadanía acceda a la salud sexual y sepa que los derechos sexuales son eso, derechos. Si no existe, crear. Y si ya existe, como por ejemplo, el programa municipal, que no cumple ni con el 10% de la ordenanza, mejorar. Porque, ¿quiénes demandarían salud sexual? los pobres. Y pareciera que los más vulnerables no importan. Y de eso deberían hacerse cargo todas las dirigencias políticas”.