Entrevistas

María Inés Banegas, el arte de la quietud y el silencio

La reconocida artista local ha recorrido el mundo de la mano del estatuismo y de su afán por transmitir desde el silencio y la quietud. Su pasión por lo que hace, recuerdos y experiencias únicas gracias a este arte. 

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Tomás Kessler- Agencia Comunica

Abre las puertas de su lugar de trabajo (uno de sus tantos) como si de su casa se tratara. Amabilidad, sonrisas y carcajadas desde el “hola, ¿Cómo estás?”. Ya puertas adentro, despide a una de sus compañeras que culminó su jornada esperando que los padres retiren al último niño del jardín.

Dentro de lo que podría llamarse el SUM del lugar, se da la entrevista que tiene más carácter de diálogo informal. Porque la predisposición en todo momento y el amor que le pone a cada palabra al hablar de su profesión, llevan a esto. La protagonista de esta nota es María Inés Banegas, reconocida estatua viviente local de vasta trayectoria y referente en esta práctica.

Para presentarla podría decirse que es docente, también profesora de Filosofía, Psicología y Pedagogía, profesora de teatro o cualquier otra de sus tantas funciones y labores. Pero ella prefiere un término que la define: Artista.

Su camino como artista comenzó hace más de 20 años cuando una tarde junto a sus alumnas de teatro de un polimodal orientado al arte debían presentar en una expo educativa la esencia de cada escuela. Allí llegó la idea del estatuismo. Fueron cuatro estatuas vivientes que robaron las miradas de todos y a partir de ese momento, María Inés descubrió un mundo del cual nunca quiso salir. Quedó maravillada con la capacidad de transmitir y decir sin la necesidad de la palabra o el movimiento.

“Fue algo hermoso, la gente pasaba y nos miraba todo el tiempo. Estaban maravillados con las estatuas y yo estaba encantada de poder generar eso. Algo que salga de lo cotidiano, que escape a la rutina”, recuerda maravillada por esa primer experiencia que le abrió la puerta al estatuismo. Y al mismo tiempo reflexiona acerca de esta actividad, “una persona va caminando y vos tenés la posibilidad de interrumpir su marcha, de detenerlo para maravillarse con tu magia, con la impronta de tu personaje”.

Su primer personaje -y uno de los que más cariño le guarda- fue Cibeles. Una estatua llamativa de color dorado en honor a la diosa griega, representando la femenidad, fortaleza y fuerza.

Con Cibeles participó de su primer festival. Fue en la ciudad de Buenos Aires y volvió con trofeo en mano siendo ganadora. Pero la mayor ganancia no estuvo ahí. “Lo más lindo de ese festival y de todos en realidad no son los premios, sinó el hecho de conocer tantas otras estatuas, tanta gente que comparte la misma pasión y que tienen historias maravillosas por contar. Es hermoso ir a los festivales porque cada uno tiene algo único”.

Cibeles fue el primero de muchos personajes. Evita, La guardiana del planeta, Las manos de mi madre y muchos más. Cada uno cuenta con su historia particular, su disparador y su emoción. Al recordar a cada uno de estos, María Inés prácticamente salta de la silla en la que está sentada a causa de la emoción y la alegría que le genera. “Todos los personajes que he hecho me conmueven. Es muy lindo poder personificar ciertos momentos, etapas de uno, cambios y personajes históricos como Evita y que a la gente le llegue el mensaje que estás dando y lo valoren”.

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María Inés interpretando a Evita.

La historia detrás de cada personaje que María Inés personificó, se puede encontrar en su libro -además de todas las profesiones mencionadas, también es escritora-, “Comienzo del juego. El arte de las Estatuas Vivientes”. “La idea de escribir el libro fue dejar un registro de cada estatua que he hecho. Una manera de dedicarle un tiempo y espacio a cada una, una especie de reconocimiento y también hacer público todo lo que generó”.

Si hay algo que destaca a María Inés es su gran energía y su constante actividad. Todo el tiempo está haciendo algo, se mueve de aquí para allá. Puede decirse que es de esas personas que “nunca se quedan quietas”. Paradójico. Porque cuando lo hace, se transforma en un momento que ella misma define como “mágico”. Es un instante único en el que está ella, su escenario y su público. “La manera en que uno le llega a las personas con este arte es increíble e inimaginable”, comenta.

La artista oriunda de Colonia Hinojo ha participado en cientos de escenarios y lugares distintos. Roma, Portugal, España, Brasil, Córdoba, Mendoza, Entre Ríos, han sido algunos de los espacios donde ella llevó su arte. Y el arte la llevó a ella. La lista es muy extensa, pero entre todos, hay un lugar que se destaca. Por su historia, su significado y la marca que dejó: Olavarría.

“No hay nada como actuar en mi lugar” comienza diciendo con una notable mezcla de emoción y felicidad. “Olavarría fue el lugar que vio todo mi camino. Donde yo empecé. Vio toda mi historia. Otros escenarios conocieron mis personajes pero esta ciudad me conoció a mí y me impulsó a sumergirme en este mundo. Por eso siempre tiene un lugar especial dentro de mí. Como siempre digo, todos los espacios en donde he actuado guardan su historia y son especiales… Pero si tengo que elegir un lugar, siempre voy a elegir este”.

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"Las manos de mi madre", un personaje muy especial para la artista

Una parte fundamental de todo artista siempre está en el otro. En esas personas que donde vaya la apoyan y disfrutan de lo que hace. Sin dudas que el público es un factor clave en la carrera de todo artista. “En todos los lugares que fui, el público siempre es una maravilla. Muy respetuoso y por sobre todas las cosas, muy valorador de lo que uno hace. Entienden a la perfección el arte que las estatuas transmitimos. Tanto yo como mis compañeras estatuas coincidimos siempre en esto”.

Cabe destacar que al mismo tiempo que es estatua viviente, ella misma es quien produce su escenario, sus trajes y su maquillaje. La pregunta acerca de esto no alcanza a terminar que Banegas se relame en su asiento con una sonrisa de oreja a oreja y se frota las manos para charlar sobre esto.

“Amo hacerlo, es algo que me fascina profundamente. Yo preparo absolutamente todo. Coso los trajes, hago las uniones de cada prenda, preparo las pelucas, sencillamente me apasiona. Es un tiempo en el que también construyo el arte. Puedo pasar meses o años preparando un traje para los personajes pensando en cada detalle que quiero que tenga porque todo eso es muy importante. La vestimenta de la estatua también transmite junto a vos en la tarima”, expresa con una felicidad inmensa.

Nuevamente habla de su ciudad, pero esta vez destaca la realización del Festival de Estatuas Vivientes que se lleva a cabo. Se avecina la 10° edición y se espera una gran cantidad de estatuas. “Hay tantos compañeros y compañeras que quieren venir a participar y traer su arte acá. Esto habla de la energía que transmite nuestra ciudad y el público local”.

Por otra parte, con la vista puesta en el futuro, la artista local tiene un sueño y objetivo muy claro. “Una vez jubilada y ya con menos trabajos y ocupaciones, lo que quiero hacer es llenar una valija con trajes. Digamos que quiero poner varios personajes en un bolso y poder recorrer varias partes del mundo llevando mi arte y disfrutando de esta actividad hermosa”.

Y así culmina el encuentro, entre reflexiones sobre lo que viene y lo que ya pasó. María Inés Banegas, una persona enamorada de lo que hace y de todo lo que rodea este arte tan singular como el de las estatuas vivientes.