Medio ambiente
Hace siete años se dicta un curso de Formación Profesional para instalar paneles solares. Los asistentes lograron armarse de kits portátiles que les permiten conectar sus electrodomésticos a la energía del sol, con una inversión que tras la suba del dólar y las tarifas, fue rápidamente amortizada.
Por Olivia Orsatti y Josefina Bargas
Eduardo Sáenz comenzó a desenchufar los grandes electrodomésticos de su casa para conectar los más pequeños a la energía del sol. Con los conocimientos que adquirió en el curso “Práctico Instalador de Equipos de Energía Solar Fotovoltaica” que dicta el Centro de Formación Profesional Nº 401, suministró electricidad a las luces de su casa, la computadora, el módem de Wi-Fi y el televisor, durante el tiempo que quiso. No pudo dejar el suministro de red para la heladera ya que por su alto consumo no lograba abastecimiento, pero asegura que si hoy se le corta la luz, ya sabe cómo solucionarlo. Al igual que sus compañeros de capacitación, se armó de un maletín con paneles, un regulador de carga, baterías y un convertidor que iguala la tensión a la de la red tradicional. El costo total de estos generadores de energía portátil fue de 5 mil pesos cada uno y los compraron a través de la modalidad “círculo”, en la cual aportaban plata mensualmente. Si bien cuando se disparó el dólar tuvieron un desajuste en las cuentas, la suba de tarifas amortizó rápidamente la inversión.
Este no es un detalle menor, ya que las inversiones a largo plazo no suelen convencer a los usuarios ya castigados por las subas de servicios, según analizó Manuel Goycochea, (edad?) también estudiante del curso. “Sin embargo, lo que hay que entender es que a la larga si instalamos esto en una casa vamos a tener energía gratis. Ese es el fin”. Con ello corroboró la postura del CFP Nº 401 de que la educación de los consumidores y usuarios es un camino importantísimo para la difusión de las energías renovables, su utilidad y sus beneficios, como asegura el instructor del curso Pablo Cunioli. Pero este camino, Coopelectric y la Municipalidad de Olavarría, va a paso lento. Pero firme.
Cunioli plantea que el punto de partida es “desde abajo”. Así trabaja la rama educativa de Formación Profesional. La definición apunta a contraponer las líneas de acción que buscan impulsar masivamente la propuesta de cambio energético y las que buscan llegar de a una persona a la vez. “El resto está vendiendo al mundo y al país las mega obras. Nosotros hacemos al revés, empezamos de abajo con poco presupuesto”, compara. La mirada hacia ese futuro de posible abastecimiento masivo es pesimista. “Cuando lleguen las mega obras nos van a llegar con un impuesto que no sabremos de dónde viene, ni qué es, arreglado por la Provincia y vamos a pagar lo mismo”, se queja Cunioli en un aula del Regimiento de Tanques 2, donde se dicta el curso. Para ganarle a la imposición, la propuesta es demostrar que se puede empezar por uno. Vení a capacitarte, es el mensaje.
Incluso, esta filosofía de trabajo traspasó las fronteras del aula y este año en el curso se diseñaron proyectos de abastecimiento con energía solar para que el Ejército pueda montar una tienda de campaña, instalar un hospital, sostener comunicaciones e incluso aplicarlo en vehículos. No solo recibieron la aprobación de la Inspección General del Ejército hace pocos días, sino que continuarán con desarrollos hacia otras áreas del RC TAN 2.
Los estudiantes se acercan al curso con el objetivo de obtener una salida laboral. El título otorgado por la Provincia de Buenos Aires les permite diseñar, instalar y mantener equipos de energía solar fotovoltaica. Al mismo tiempo muestran interés en el desarrollo de las energías alternativas en relación a sus ventajas para el ambiente. “Estaría muy bueno que se empiece a implementar bien y con conocimiento. Esto todavía no ha funcionado por no haber gente capacitada”, consideró Matías Cocuzza, futuro técnico instalador. “Dependemos exclusivamente de un sistema muy caro, muy beneficioso pero para determinada cantidad de gente. Los impuestos van corroyendo las posibilidades económicas y no hay un beneficio”, reflexionó Eduardo Saenz, de 70 años aunque sopesó que, de este modo, “lo podemos generar entre todos”.
A nivel legislación, Argentina reglamentó en 2016 la Ley 27.191 para el fomento del uso de fuentes renovables de energía. Para este año, la legislación contemplaba que el 8% de la matriz energética del país provenga de estos recursos. Actualmente esta cifra no llega al 4%, de acuerdo al seguimiento en tiempo real que se puede hacer a través de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (CAMMESA), lo que arroja bajas probabilidades de cerrar el año con la meta alcanzada. La transición hacia otro sistema energético es inminente y esto fue lo que el ingeniero Gabriel Blanco planteó en la presentación de este año? del informe Escenarios Energéticos 2040 impulsado por el Ministerio de Energía y Minería nacional, del cual participó como investigador de la Facultad de Ingeniería de Olavarría.
El informe consta de un análisis energético actual del país y su posibilidad real de cambio, en el campo de la producción de gas y petróleo y de la matriz eléctrica en sus cuatro fuentes principales: hidráulica, térmica, nuclear y renovable. Hoy, el país depende del gas y el petróleo que compra, lo que no solo se traduce en una baja seguridad energética, sino en inversiones económicas descomunales. Será desafío del Estado, el definir cómo va a satisfacer las demandas del sector residencial que consume más de la mitad del gas total y de los sectores comercial, agropecuario, industrial y de transporte, que consumen más de tres tercios del petróleo que el país compra. El hecho de que se compren los recursos a otros países no sólo afecta la seguridad energética sino que favorece la alta concentración de capitales extranjeros para ser explotados, señaló Blanco quien ha participado en debates mundiales de la ONU sobre cambio climático.
Una de las primeras iniciativas que asomaron en Olavarría, incluso antes de la mencionada ley, surgió de la Cooperativa de Consumo de Electricidad y Servicio encargada de la distribución de la energía eléctrica en la ciudad. En 2014, Coopelectric lanzó el programa SolarCoop, que facilita la compra de paneles y termotanques solares a usuarios socios. De acuerdo al gerente de operaciones, el ingeniero Jorge Vornetti, cuando Coopelectric presentó el programa no había empresas privadas que lo proveyeran, a diferencia de ahora. De todas maneras, no cualquier usuario puede solicitar la instalación de estos equipos sino que está pensada para aquellos que residan en zonas rurales o con deficiencias en la distribución de la electricidad. Así, las personas que necesitan usar grupos electrógenos cuando la red colapsa, hoy tienen un poco más de estabilidad ya que no se sobredimensionan las instalaciones.
Desde entonces, la cooperativa ha recorrido otros caminos. Junto al Programa Provincial de Incentivos a la Generación de Energía Distribuida (PROINGED) se instalaron dos parques solares, uno en Recalde y otro en Espigas, que generan 200 kilowatt (kW) mensuales y de acuerdo al ingeniero alcanza perfectamente para cubrir el consumo de ambas localidades. Sin embargo, al contrario de lo que se podría pensar, no funcionan sin alimentación de la red eléctrica en servicio ya que necesitan referencias de tensión de red. Además, el almacenamiento de la energía en grandes cantidades supone un desarrollo que aún no se ha dado en términos comerciales.
En pocas palabras, la debilidad de las instalaciones, a diferencia de los maletines que los estudiantes del curso del CFP Nº 401 tienen en sus casas, es que no se puede saber cuándo se va a disponer de la energía de un panel fotovoltaico porque requiere del respaldo de la energía convencional. En términos de desarrollo científico, la referente local es la Facultad de Ingeniería, que impulsó además la creación de un Polo de Energías Renovables y Tecnologías Ambientales donde convienen organismos privados y públicos, entre ellos la Municipalidad de Olavarría. Este espacio apunta a la sinergia entre estos actores para el desarrollo de tecnologías aún sin grandes transformaciones. Uno de los últimos estudios se centra en determinar la posibilidad de inyectar energía fotovoltáica en el Palacio San Martín, Salón Rivadavia y Palacio Belgrano. Sin embargo, a pesar de que el Municipio ha expresado intenciones de cambiar el escenario actual, no hay aún políticas concretas.
El intendente, Ezequiel Galli, estuvo en los primeros días de noviembre en el Smart City Expo World Congress que se celebró en Barcelona, España. Fue invitado por el Ministerio de Interior de la Nación y a su regreso destacó el desarrollo -tecnológico y con apoyo político- de la generación de energía. El evento internacional tuvo en esta oportunidad el lema “Cities To Live In” (Ciudades para vivir) cuyo objetivo se centró en convertir los territorios en lugares más habitables. “Este tipo de viajes es importante para abrir la cabeza”, destacó. Entre las propuestas que más le llamaron la atención tras las recorridas y stands estuvo la generación de energía con medios renovables.
El Ayuntamiento de Cataluña tiene un área de gestión, con un edificio exclusivo y adaptado, para proyectar y aplicar energías renovables. La sede, llamada “La fábrica del sol”, tiene el techo con paneles solares, un sistema de recuperación de agua de lluvia para riego, terraza verde para aislar la energía, espacios para reutilizar residuos y un ámbito de proyección de políticas educativas para los colegios en materia de reciclaje y medioambiente. Allí estuvo Galli quien se mostró asombrado por ese desarrollo. Sin embargo, a la hora de pensar en mejoras locales hacia una ciudad inteligente el jefe comunal apunta a ampliar el uso de la tecnología de la comunicación en distintos servicios de la ciudad.
El curso de instalación de paneles es anual. Este año partieron justamente de la casa de cada asistente con el objetivo de reducir los costos. Llevaron las facturas de luz, gas, sumaron la información de los electrodomésticos que utilizan, todo con el mismo propósito: analizar los consumos. “Ahora gastamos 130 pesos de luz y 230 pesos de gas usando todo. Lo que demostramos es que el primer paso es achicar: bajar a elementos que consuman menos”, celebró Pablo Cunioli. Matías, quien también es electricista. Él contó que es frecuente encontrar que en algunos domicilios aún usan los focos incandescentes tradicionales algo que remarcó como un hábito a modificar, por lo que aconseja en esos casos utilizar focos LED por su bajo consumo.
Una vez que se achica el consumo de energía en un domicilio, se puede planificar qué equipos se necesitan para abastecerse con energía solar. Las características del maletín dependen de la necesidad del usuario, de la cantidad de voltios que se consumen diariamente, del tamaño de los paneles, baterías y regulador a conseguir. “Si podemos bajar el consumo de la casa también podemos bajar el costo del equipo”, razonó Matías y consideró que “lo importante sería que el Gobierno hiciera algún plan de créditos subsidiados para que los de abajo lo podamos hacer”.
Yesica está embarazada y es la única alumna mujer. También asegura haber llegado al curso por su salida laboral, aunque no sabía “nada”. Se muestra entusiasmada con los conocimientos que adquirió a lo largo del año. A su lado, Patricio Vera (edad?)agrega que al ser portátil, puede llevar el maletín donde no hay electricidad, utilizarlo para algún trabajo, conectar llevar un taladro, luces para la noche.
Si bien la capacitación ha rotado por diversas sedes, el hecho de que haya vuelto al Regimiento de Olavarría, donde ya se había dictado, permitió que los militares se sumen. Alejandro Domínguez tiene 30 años y es de Misiones. Llegó a la propuesta tras conocer un graduado que en la casa tenía conexiones energéticas de distintos tipos. En su provincia de origen, cuenta, casi no se habla de energía solar y en la provincia de al lado, Corrientes, tampoco. ”Vimos otras cuestiones como la energía solar térmica, que son cuestiones que me favorecen en términos de salida laboral a parte de mi vocación que es el Ejército”, sostuvo y dijo querer traspasar su conocimiento a las personas, mostrarles lo que es “porque hay muchos engaños y cuestiones que no llevan a la energía solar”. Agregó que su intención es también volver a Misiones y desconectarse totalmente de la energía eléctrica para pasar a la energía solar “que es algo que sabemos que hasta el último día del mundo vamos a tener”, señaló.
El maletín que desarrollaron los estudiantes en el curso, que le permitió a Eduardo salirse del sistema, está pensado originalmente para un uso de fin de semana al aire libre y reemplazar el uso de un generador de energía a combustible. La recarga de ese panel, para volverlo a usar, lleva de tres a cuatro días al sol. El instructor lo define como “chico” ya que permite aportar en total 800 watts en 220 volts. Un panel para cargar mayor cantidad de energía debería tener mayor tamaño y, por lo tanto, ya no cabría en el maletín ni sería tan fácilmente transportable. Usarlo en una casa para conectar los electrodomésticos habilita unas cinco horas de energía lo que permite sobrellevar un corte de luz sin problemas.
Todos los componentes son importados, por lo tanto su costo es en dólares. Cuando comenzaron las averiguaciones un dólar cotizaba a 26 pesos y a partir de junio subió a 47. Lograron adquirir todo por 5.000 pesos por maletín, pero si tuvieran que hacerlo hoy ese costo sería de 9.000 pesos. A pesar de las oscilaciones económicas, consideran que la situación sigue siendo ventajosa. “Con 9.000 pesos, se accede a 800 watts sin poner un peso más. La misma capacidad, con un generador, sale hoy 12.000 pesos y por cada hora en marcha gasta un litro de nafta, o sea unos 44 pesos”, compara Cunioli. El diseño del maletín fue proyectado en el curso del CFP 401. Compran todos los componentes por separado -panel, regulador, baterías y conversor- incluyendo el maletín que es de aluminio y se vende para llevar herramientas.
El instructor tuvo en cuenta que en países vecinos como Uruguay y Chile se aplica una política de inyección a la red. Consiste en ofrecer crédito a los usuarios a tasas bajas para que adquieran los equipos. Con ellos, pueden producir más energía de la que consumen: el excedente lo entregan a la red. Esa energía de más que generan la venden al sistema y con ello cubren la cuota del crédito. “Evita el país construir centrales o comprar energía al por mayor al exterior, se transforman en países autogeneradores de corriente y los usuarios pasan de ser consumidores a proveedores de energía”, interpreta.
Por otro lado, hay otra posibilidad más de reemplazo energético: utilizar energía solar térmica para calentar agua o calefaccionar una vivienda. Se calculan 42 litros de agua caliente por persona por día y calefaccionar con sistema de losa radiante o radiadores. En ese caso, los equipos de energía solar disponibles tienen un costo de amortización de ocho meses en relación a la tarifa de gas actual.
Hay un aspecto que no debe pasarse por alto a la hora de pensar en llevar adelante el sistema si se proyecta utilizar sólo energía solar para abastecimiento domiciliario: los paneles requieren que las casas tengan techos con espacio disponible para ubicarlos. Se necesita una superficie a partir de los 20 metros cuadrados, colocar los paneles de cara al norte, con 45 grados de inclinación del suelo y acceso a la luz solar directa. Esta situación supone una planificación urbana integral, lo que actualmente no está contemplado en Olavarría.
El instructor lamentó que las iniciativas particulares se choquen contra los mismos de siempre que no quieren “quedar afuera del negocio”. Dejan a la gente “atada a un servicio”, agrega. “Nosotros decimos que te olvides de eso. Antes se pensaba que esto era para donde no llegaba la luz, los campos y ahora tenemos acceso a comprar cosas así que es imposible que, con estos conocimientos, nos quedemos sin luz. Cargadores de celular, termos para tomar mate, computadoras, cocina, no dependés de nadie”, ejemplificó y afirmó que paga 100 pesos de luz porque no “desenganchó” la heladera de la red convencional.
De acuerdo al docente, “no hay que depender del sistema y cuando no tengan a quién venderle la energía van a bajar las tarifas”. Si de potencia se trata, los tarifazos fueron aleccionadores para continuar aprendiendo sobre energía fotovoltáica. “Antes la gente no lo veía porque pagaba poca luz y gas”, sugiere. “Hace 20 años que venimos predicando esto, nos dijeron que estábamos locos,pero hoy los chicos andan con los portafolios y pueden ayudar a quienes se quedan sin luz. Están esperando que te quedes sin carga en el celular”, concluyó. Será cuestión de que las pequeñas iniciativas y las impulsoras de proyectos colectivos más generales, encuentren un camino en común que les permita una real integración de los avances tecnológicos. Mientras tanto, el último que pague la luz.
Nota realizada como trabajo final por estudiantes de la cátedra de Periodismo Científico de la carrera de Periodismo de la FACSO (UNICEN).