El relato del fotoperiodista Marcos Maks, en la sanción de la Ley Bases
Fotografiar el infierno
La protesta legal y pacífica, la tensión, los jubilados agredidos, los fotógrafos detenidos por trabajar, los trabajadores reprimidos. Cómo fue retratar el infierno en el que se convirtió la plaza frente al Congreso el miércoles pasado, antes de aprobarse la Ley que perjudicará a millones de argentinos.
14/06/2024
Fernanda Alvarez - Agencia Comunica
Hay un clima de tensión que se percibe desde que se llega. Marcos Maks lo sabe, porque hace 15 años que pone el cuerpo y la mirada en manifestaciones y protestas y eso lo lleva a prepararse de manera especial: casco, máscara, lentes. Todo para registrar con su cámara de fotos los hechos que hacen historia en la Argentina.
Son las 12 del mediodía del miércoles en que el Senado de la Nación debate la llamada Ley Bases, la misma que generará, con su sanción más tarde, precarización laboral, beneficios para millonarios y un notable perjuicio en la industria nacional. Ya se escribirá sobre eso.
Es el mediodía de un día donde se ve poco por la niebla, y se verá menos aún por los gases que tirará la Policía. Allí está el profesional de 40 años junto a colegas que trabajan para distintos medios, buscando datos sobre la llegada de las diferentes columnas de manifestantes, charlando con la gente, preparando el teleobjetivo, sabiendo que puede haber represión, palos y balas, como otras veces. “Hago todo lo posible para contar una historia”, le dice el fotoperiodista a Agencia Comunica, dos días después de la brutal represión del gobierno y con gente detenida acusada de pretender dar un golpe de estado. Si, un golpe de Estado: sin armas, sin logística, con el apoyo de alguna organización social y el financiamiento de una cuenta sueldo en el banco.
Marcos prepara su cámara y enfoca para tener las primeras imágenes. Pero cuando la columna de la CGT se queda a dos cuadras de la plaza, sin ingresar, empiezan las deducciones de lo que puede suceder. “Con otros colegas pensamos que llegarían a la plaza, son una columna importante. No es lo mismo la fuerza de un partido de izquierda que la CGT. cerca de las 3 de la tarde se estaban yendo, fue raro…Ahí comenzó el desbande”.
“Hasta las 3 fue una manifestación normal: tensa por lo que se trataba dentro del Congreso, pero no deja de ser una marcha con familias, estudiantes, trabajadores, jubilados, gente común y corriente. Con organizaciones sociales y partidos políticos, como toda marcha”.
Pero hay un punto de inflexión. Y es cuando ve algunas personas con las caras tapadas, “que no pertenecían a ninguna organización social y empezaron a gritar violentamente, a tirar piedrazos, botellazos”. Es el primer paso para dar vía libre a la represión.
“Lo que veo claramente es una manipulación de la marcha en sí, de grupos organizados, serían unas 20 personas que empiezan a provocar mal. Ahora ya se difunden imágenes de gente infiltrada, hasta se encontraron granadas de bombas de estruendo con el sello del Ministerio de Seguridad, es gravísimo. La Policía tiene vía libre para reprimir y están buscando la oportunidad para despejar la plaza”, cuenta Marcos Maks.
Comienzan el avance organizado sobre la gente que estaba en el lugar, las discusiones, los insultos. Las imágenes hablan. Los más perjudicados son los que en forma tranquila fueron a decirle NO a un proyecto con el que no coinciden y a defender su derecho a la protesta, en un país ¿libre y democrático?
“Por supuesto que cuando la Policía avanza y agrede la gente que no pertenece a ninguna agrupación y la de los partidos se van. Los que se quedan son los grupos violentos. Lo que noté cuando empezó todo es que la misma gente de los partidos y organizaciones sociales se peleaban con estos tipos para que dejen de tirar cosas, lo que habla de una protesta violenta organizada. Por eso decimos que hubo infiltrados de la policía y entre los manifestantes, porque la gente común no hizo nada para justificar esa represión”.
La cámara de Marcos ve y retrata gente herida, fuego, autos quemados, rostros y palos de la Policía y hasta algún herido leve de ese lado. Mientras aprieta el botón que captura ese momento único, intenta resguardarse “para no ser blanco fácil”. Aún recuerda con claridad la experiencia de ser golpeado con palos policiales por no poder ser detenido, ya que estaba acreditado en un evento.
“Ahora entre los entre los compañeros/colegas nos comunicamos y estamos constantemente cuidándonos”, asegura. Es que los fotógrafos son los primeros que ponen el cuerpo, porque la represión incluye golpes, detenciones y muchas veces el robo de cámaras que son sus herramientas de trabajo. “Por más que disparen vamos a buscar la forma de contar la historia”, remarca.
Hoy tiene una imagen grabada en la retina: la plaza del Congreso a las 6 de la tarde. “Era dantesco, era de infierno: barricadas, cosas prendidas fuego, la policía en moto disparando a lo que se cruce, detenciones ilegales, hay compañeros presos porque estaban ahí parados y mujeres detenidas con carátulas que no tienen que ver con lo que pasó. Es una forma de amedrentar, de agresiones ejemplificadoras. hablan de libertad, marchás por una ley y terminan tirando balas de goma por la espalda”.
Marcos describe lo que parece una cacería. La criminalización de la protesta ya está en marcha.