Bibliotecas Populares
Más de 3.000 estudiantes y 20.000 libros en la Biblioteca Del Otro Lado del Árbol
Las cifras hablan solas. Más de 3.000 chicos y chicas por año, 20.000 libros en circulación y un equipo que sostiene el funcionamiento diario de la Biblioteca Popular Del Otro Lado del Árbol, entre escuelas, voluntariado y proyectos comunitarios
Andrea Daghero y Andrea Fernández, integrantes de la biblioteca popular
Milena Galiano - Agencia Comunica
19/12/2025
En el piso hay libros abiertos, risas que rebotan en las estanterías, niñeces que van y vienen y mucho movimiento. La Biblioteca Popular Del Otro Lado del Árbol es así. Dinámica, con ruido, con cuerpos presentes. Mientras el juego avanza, el equipo que la sostiene trabaja.Todos los días.
La escena se repite día tras día. Antes de que aparezcan los números, los balances o las rendiciones, la biblioteca es un espacio habitado. Un lugar donde la infancia ocupa el centro y donde el trabajo sucede al mismo tiempo que la vida. Porque quienes sostienen este proyecto no están ajenos a lo que ocurre afuera.
Hace 15 años que la Biblioteca Popular Del Otro Lado del Árbol crece, pero el último año fue especialmente intenso. En cifras, el recorrido impresiona: más de 20.000 libros en circulación, entre 3000 y 3500 niñas y niños que la visitan cada año con sus escuelas, autores y autoras invitados, viajes a la Feria del Libro, campañas comunitarias, nuevos espacios de lectura que desbordan las paredes del edificio. Pero lo que pasa acá adentro es mucho más que esos datos.
Rincones de lectura que se habitan todos los días
Andrea Daghero es bibliotecaria. Andrea Fernández coordina, gestiona, articula, piensa proyectos y acompaña procesos desde el inicio. Junto a ellas hay un equipo que se reparte tareas, horarios y responsabilidades para que la biblioteca funcione. Un equipo estable que recibe escuelas durante la semana y una red de voluntarios que sostienen los sábados y actividades especiales. Hay una decisión cotidiana de estar.
El ingreso de las escuelas no es casual. “En la primera semana de marzo publicamos un formulario online —explica Andrea Fernández—. Las docentes anotan a los grupos que quieren participar y, cuando se termina la inscripción, hacemos un sorteo, porque no entran todos y quedan en lista de espera”. La demanda es alta: este año participaron escuelas de Olavarría y también de Lamadrid. “Vinieron dos escuelas de allá, con cuatro grupos en total, porque por el viaje largo vienen de a varios”.
Las visitas se repiten semana tras semana. “Más o menos vienen tres o cuatro grupos por semana”, detalla. En números, eso se traduce en alrededor de 3.000 a 3.500 chicos por año que pasan por la biblioteca solo con escuelas, sin contar usuarios habituales ni las actividades de los sábados. Las propuestas se adaptan según edades y la experiencia se piensa para cada grupo. “Hay mucho interés, muchas ganas, y los chicos disfrutan mucho”, resume.
El crecimiento también se refleja en el espacio y en el equipo. “El lugar está creciendo, así como crecen los libros y crece el equipo, entonces siempre el aprendizaje es buenísimo”, explica. Este año, ese aprendizaje estuvo atravesado por lo humano. “Fue muy difícil, porque todos estuvimos atravesados por situaciones personales, económicas, familiares y de salud. Hubo muchísimos casos de salud este año”.
En ese contexto, sostener el grupo fue un desafío y una oportunidad: “siempre digo que sostener en el tiempo los grupos de trabajo es un desafío, pero también es una oportunidad. Si uno deja de lado lo individual y se enfoca en el objetivo del grupo, es una oportunidad personal de crecer, incluso en lo humano”. La prioridad, explica, son las infancias: “hay que aprender la tolerancia, la construcción colectiva, enfocarnos en lo que nos interesa a todos, que son las infancias”.

La biblioteca posee más de 20.000 libros en circulación
Uno de los hitos del año fue la campaña Un libro cada uno, que permitió superar los 20.000 ejemplares en el catálogo. Ese crecimiento habilitó la posibilidad de acceder a un segundo subsidio para auxiliar bibliotecario. “Las personas que estaban viniendo sin tener el cargo de auxiliar ahora van a pasar a tener una retribución. Es una manera de reconocer el compromiso, el tiempo, estar incluso cuando no sabíamos si iba a haber recursos”, explica Andrea.
El equipo semanal está integrado por cuatro personas: Andrea Daghero, Eliana Gómez y Elsa Leal como auxiliares, y Andrea Fernández acompañando de manera permanente. A eso se suma la comisión directiva —que realiza toda la tarea administrativa—, el equipo de mantenimiento y una red amplia de voluntarios. “Las únicas que no somos voluntarias al cien por ciento somos las cuatro de la semana. Y aun así, no es un sueldo, es una retribución”.
"El mayor desafío es sostener lo cotidiano"

Obra en marcha para ampliar el espacio
Entre los proyectos más importantes para el 2026 se encuentra la ampliación del espacio. Surgió tras la tormenta de 2023, cuando la caída de árboles destruyó el contenedor que funcionaba como guardado. Con un subsidio de CONABIP, donación de planos, materiales aportados por empresas y colaboración comunitaria, se inició la construcción de un nuevo espacio que será depósito y aula taller. “La idea es aprovechar el verano, que no hay escuelas, y hacer ese lugar más prolijo, con piso, ventilación e iluminación”.
Lo que no siempre se ve es lo más difícil. “El mayor desafío es sostener lo cotidiano”, afirma Andrea. Repartir la sobrecarga cuando alguien se enferma, resolver conflictos, escucharse. “No es todo un arcoíris. Es la vida. Pero tratamos de buscarle la vuelta, de que la prioridad sea que estemos todos bien”.
Cuando termina la jornada, los libros vuelven a las estanterías y el espacio queda en silencio. Al día siguiente, todo empieza de nuevo. Las escuelas regresan, el equipo se organiza, la biblioteca abre. Ese movimiento constante es el que sostiene, desde hace quince años, a la biblioteca Del Otro Lado del Árbol.