Día Internacional de las Personas con Discapacidad
No se trata solo de incluir, sino de convivir
En un país donde las políticas se suspenden, la inclusión sigue siendo más un discurso que una práctica real. Este 3 de diciembre invita a preguntarnos cómo convivir de verdad, cuando la vida cotidiana exige mucho más que una ley o una promesa.

En el Centro Cultural San José, hoy se desarrollaron actividades por la fecha especial. (Foto Prensa Municipal)
Milena Galiano - Agencia Comunica
3/12/2025
Por momentos, hablar de inclusión parece transformarse en un ejercicio automático: una palabra que se repite como si alcanzara con nombrarla para que exista. Pero la realidad, que es siempre más áspera, más concreta, nos recuerda que incluir no es solamente abrir una puerta. Es sostenerla abierta. Y, sobre todo, aprender a convivir.
Ocurre que la discusión está puesta en la suspensión de la implementación de la Ley de Emergencia Nacional en Discapacidad. La norma fue promulgada, pero su aplicación quedó frenada por el Decreto 681/2025, que aclara que el Gobierno no puede implementar el sistema hasta que el Congreso incorpore las partidas necesarias en el presupuesto nacional.
A esto se suma que la ley ya había sido observada por el Ejecutivo. El Congreso insistió, la promulgó nuevamente, pero la ejecución plena sigue atada a una discusión que hoy parece -solo parece- más técnica que política: quién, cómo y con qué fondos se garantiza el derecho.
Mientras tanto, en la vida cotidiana, la inclusión avanza por caminos más lentos pero igual de decisivos. Organizaciones, familias y colectivos siguen sosteniendo espacios donde las personas con discapacidad participan, producen y construyen comunidad. Hoy en Olavarría se realizaron talleres participativos, actividades recreativas y charlas de sensibilización impulsadas por agrupaciones locales. No corrigen la falta de presupuesto, pero sí recuerdan que la accesibilidad también se construye con vínculos.
Maite Salerno, presidente de la Asociación Civil Familiar TDAH Olavarría, afirma que "en el último año, nosotros como asociación civil, venimos trabajando fuerte para visibilizar estas realidades. Logramos acuerdos con muchas entidades; participamos del Consejo de Discapacidad. Pero sabemos que esto recién comienza”.
La suspensión de la ley no es un debate abstracto. Son familias enteras sosteniendo terapias que se vuelven inaccesibles. Si bien la Asociación avanzó en diversos acuerdos, Maite advierte que la mayor dificultad sigue siendo económica. Y lo hace describiendo una escena que se repite en miles de hogares: “hay chicos y adultos que necesitan tres, cuatro o cinco sesiones por semana. Si el prestador no trabaja con obra social o no tiene CUD, estamos hablando de tratamientos que pueden superar el millón y medio de pesos por mes”.

El ajuste a discapacidad llegó con crudeza en el 2025
A este mapa desigual se suma otra voz fundamental: la de quienes acompañan profesionalmente, todos los días, a las personas con discapacidad y a sus familias. Florencia Bellomo, psicopedagoga del Área de Orientación y Bienestar de la Facultad de Ingeniería e integrante del Equipo Interdisciplinario de Condición del Espectro Autista (EICEA), lo plantea así: “el Día Internacional de las Personas con Discapacidad es un día. Pero quien vive y transita la discapacidad sabe que es todos los días, todo el tiempo. Hoy es un momento de pausa para pensar en los derechos que existen y en aquellos que no se pueden perder”.
La falta de implementación de la ley a nivel nacional atraviesa su trabajo cotidiano: “la ley fue tratada y promulgada, y después el Poder Ejecutivo decide no llevarla adelante. Eso genera mucho malestar, porque en estas minorías hay muchísimo trabajo y compromiso. Sostener un tratamiento es muy costoso, y que el Estado no esté presente lo hace muy difícil”.
Pero Florencia también marca un contraste: “tenemos la otra cara en el Municipio. Hace muchos años que se viene trabajando para garantizar derechos. La Dirección de Discapacidad siempre tuvo mucho compromiso. En el EICEA, por ejemplo, el Municipio avala y garantiza que niñas, niños y adolescentes tengan tratamiento gratuito si no tienen obra social”.
Su mirada vuelve, finalmente, a un punto clave: la convivencia. “Creo que desde el Municipio se piensa en generar espacios de convivencia real. No desde la lógica de la inclusión como ‘poner algo que está fuera de’, sino desde una ciudad amigable, un lugar para todos y todas”.
Más allá de los artículos y los decretos, lo que está en debate es algo más profundo: cómo convivimos. Si la discapacidad sigue siendo pensada sólo como un costo, una carga o una partida presupuestaria imposible de cubrir, la conversación se empobrece. La pregunta no es únicamente cómo financiar un sistema, sino cómo sostener una sociedad donde todas las personas puedan vivir, circular, estudiar, trabajar y proyectar su futuro sin ser excepciones. Incluir es necesario. Pero convivir es urgente.