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Feria de Regional de Ciencias

“Ecos de la Memoria”: los jóvenes reconstruyen la historia de nuestro país

Un grupo de estudiantes y docentes de la Educación Profesional Secundaria de Azul presentó una propuesta que recupera la historia del edificio que funcionó como centro clandestino de detención durante la última dictadura y hoy es un jardín de infantes. La iniciativa busca transmitir el valor de la memoria a nuevas generaciones.

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Agencia Comunica - Brauton Victoria

08/09/2025


“Fue shockeante conocer la historia. Hoy hay felicidad, pero antes hubo oscuridad. Es una herida grande para el país, algo que no se puede olvidar ni repetir”, expresa Ian Romero. Tiene 17 años y cursa en la Educación Profesional Secundaria (EPS) de Azul. Sus palabras suenan firmes, pero se notan atravesadas por la emoción de quien comprendió, a través de la investigación y el arte, que las paredes que lo rodean alguna vez guardaron gritos y silencio.
El escenario es la Feria de Ciencias, donde Ian presenta junto a sus docentes Miguel Viciconte y Nadia Romero el proyecto “Ecos de la Memoria”. Lo que comenzó como una invitación para participar en un concurso provincial se transformó en una experiencia colectiva que excedió lo académico: reconstruir la memoria de un espacio que hoy parece inofensivo, pero que fue parte del entramado represivo de la última dictadura militar.
El Jardín Municipal N°1 está ubicado a pocos metros del cuartel militar de Azul. Sus paredes pintadas con colores alegres, sus juegos y su bullicio cotidiano esconden una historia oscura: durante los años de terrorismo de Estado, ese mismo edificio funcionó como centro clandestino de detención. Antes había sido una estación ferroviaria, y en la actualidad combina su rol educativo en la planta baja con el proyecto de convertirse, en su piso superior, en espacio de memoria y museo.
“Vimos que muchos chicos no sabían nada de este lugar, incluso en Azul. Más allá de la señalética, había desconocimiento. Y nos preocupó. Decidimos hacer algo que llegara a los jóvenes”, cuenta Viciconte, docente de Prácticas del Lenguaje, quien junto a Nadia Romero, profesora de Ciencias Sociales y artista visual, acompañó a Ian en el proceso. La propuesta surgió en el marco del concurso Futuro Memoria, impulsado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, pero pronto el grupo decidió llevarla también a la Feria de Ciencias para llegar a más personas.
La metodología elegida para encarar el tema marcó la diferencia. En lugar de limitarse a una investigación documental, el equipo trabajó con expresión corporal y lenguajes artísticos. La idea era que los estudiantes pudieran ponerse, aunque fuera por un momento, en el lugar de quienes sufrieron la represión. “La memoria también se construye desde el cuerpo. Queríamos que los chicos sintieran el peso de la historia de manera cercana, que no quede como un dato lejano de un libro”, explica Nadia.
El proyecto incluyó también la producción de un video para TikTok, con imágenes del recorrido desde el centro de Azul hasta el jardín, pensado para hablarle directamente a una generación que percibe los años 70 como un pasado remoto. “Queríamos llegar a los más chicos, a quienes ni siquiera vivieron los ecos de lo que fue la dictadura. Este país tiene una mancha, una sombra. No podemos naturalizar discursos que reivindican a genocidas”, sostiene Ian, con un tono serio poco común para su edad.
En la Feria de Ciencias, entre maquetas y experimentos de distintas disciplinas, el stand de la EPS se destacaba. Los visitantes se detenían a escuchar el relato de los estudiantes, mientras en una pantalla se proyectaba el video del recorrido. Las imágenes mostraban las paredes del jardín, las hamacas y los murales, mientras una voz en off contaba lo que había pasado allí. El contraste era estremecedor: donde antes reinaba el silencio impuesto por el terror, hoy hay canciones, juegos y vida.
El grupo sueña con que ese contraste no se pierda en el olvido, sino que impulse un proceso de memoria activa. De hecho, el proyecto incluye la propuesta de consolidar el segundo piso del jardín como museo y espacio de memoria. “Es fundamental que no se use el ‘Nunca Más’ como consigna partidaria: es una promesa del país entero. Ver a dirigentes visitar genocidas presos o usar frases como esta para hacer campaña es preocupante. Por eso creemos que este trabajo es más necesario que nunca”, reflexiona Viciconte.
El impacto del proyecto no se limitó al público. Los propios estudiantes que participaron reconocen que el proceso los transformó. Ian lo resume con pocas palabras: “Conocer esta historia me cambió. Uno no puede pasar por estos lugares sin sentir algo. Saber que ahí donde jugaban los nenes hubo dolor me marcó mucho”.
Para Nadia, ese es uno de los mayores logros: que los jóvenes comprendan que la memoria no es solo una efeméride, sino una práctica cotidiana. “No alcanza con recordar cada 24 de marzo. Hay que reconstruir las historias locales, esas que están más cerca de nosotros de lo que pensamos. Ese es el verdadero trabajo de memoria: mirar al pasado para entender el presente y construir el futuro”, asegura.
En un contexto político donde ciertos sectores minimizan o relativizan los crímenes de la dictadura, este tipo de proyectos se vuelven vitales. La frase “Nunca Más” es más que un lema: es una advertencia y un compromiso colectivo. Así lo entienden estos jóvenes, que en lugar de repetir discursos, buscaron formas creativas y sensibles de transmitirlos.