Libros y jóvenes, ¿de la mano o disociados?
“Los jóvenes no leen”, murmura una señora mientras pasa frente a una librería cerrada en pleno centro de la ciudad. Lo dice convencida, como quien repite una verdad sabida, algo absoluto. Pero basta caminar unas cuadras, o abrir Tik Tok, para empezar a sospechar lo contrario.

20/05/25
Camila Sosa - Agencia Comunica
“Los jóvenes no leen”, esa frase se repite como un mantra en sobremesas, en radios, en pasillos de escuelas como si fuera una verdad irrevocable, como si los libros hubieran quedado en un paseo romántico, ajeno a las nuevas generaciones. Pero ¿cuánto hay de cierto en esa afirmación? En las bibliotecas, librerías y celulares, la lectura sigue viva. Solo que cambió de forma.
En Olavarría, basta con salir a hacer una recorrida por bibliotecas, librerías y universidades para descubrir que los jóvenes sí leen. No todos, no siempre, no de la misma manera que antes. Pero leen, y mucho más de lo que algunos creen.
En la librería “El Faro de Alejandría”, Diego Ordoñez observa con claridad las nuevas tendencias que se instalan entre los lectores jóvenes mientras acomoda algunos de los nuevos títulos que llegaron para la venta “Siempre se leyó, pero las modas marcan mucho. En su momento fue Harry Potter, después Los Juegos del Hambre, ahora lo romántico o la fantasía explota desde la pandemia para aca”.
En paralelo, Joli Pérez, bibliotecaria de la Biblioteca Popular 1° de Mayo, nota otro fenómeno: las redes sociales se convirtieron en nuevas mediadoras literarias. “A veces piden libros que todavía no llegaron al país porque ya los vieron en las redes sociales. Están muy al tanto de lo que se publica, cuándo y desde qué editorial”, afirma. El boca en boca digital reemplazó a las recomendaciones tradicionales, y los ebooks y PDF´S a veces logran llegar antes que el papel. “No siempre necesitan que el libro esté en papel para acercarse a una historia”.
La lectura ya no depende exclusivamente del papel. Leer el celular, en ebook, o incluso en fragmentos compartidos en redes, es una práctica más común de lo que se suele admitir. Lo que antes implicaba visitar una librería, ahora también se puede resolver con un clic o un link de drive.
A los 11 años, Ariana Arévalo, comenzó su camino por este mundo que es la lectura leyendo Harry Potter y la Piedra Filosofal, afianzando sus diferentes géneros y su relación con los libros. Hoy, ya como estudiante avanzada de la carrera de Ingeniería, sigue fiel a sus gustos y hobbies, acomodando sus modos de leer para poder cumplir con su exigente rutina de universitaria, “en épocas de parciales se complica, pero trato de leer aunque sea un rato antes de dormir o mientras meriendo”, comenta. Aunque resalta su preferencia por el papel por el valor estético que este posee, admite que lo digital le resulta más práctico a la hora de leer en su día a día.

Poco a poco las nuevas tecnologías se abrieron paso en los habitos de lectura
La accesibilidad también tiene un peso importante. Con el aumento en el precio de los libros que se ha visto en gran medida a lo largo de los últimos años, muchos jóvenes optan por formatos digitales, como ebooks o PDF´S, que permiten mantener el hábito sin afectar tanto el bolsillo. “Se interesan, si. Se acercan, ven que novedades hay, hojean. No siempre terminan comprando, pero el interés en la lectura esta” señala Ordoñez, el librero.
A su vez, la bibliotecaria confirma que aunque no todos se hagan socios de la institución ni piden préstamos clásicos, el deseo por leer no desapareció. Incluso algunos jóvenes, desde el inicio, se animan a leer en el mismo lugar a autores como Borges o a lecturas filosóficas, más allá de las sagas populares que todos conocemos.
Leer sigue siendo leer…
Hay algo que quedó claro en este recorrido: los jóvenes no le dieron la espalda a la lectura. Lo que hicieron fue apropiarse de ella. Cambiaron los tiempos, los modos, los soportes, quedó a un lado la práctica de ser algo lineal y silencioso para volverse fragmentada, comentada y compartida. No siempre en un sillón recostados con una taza de café, pero si desde el colectivo, el celular, entre clases, o en la media hora antes de dormir.
Algunos empiezan con novelas románticas o fantásticas y luego se animan a Borges. Otros entran directo a la filosofía o la política. Hay quienes leen solo por moda y quienes hacen de la lectura una pasión constante. No hay una sola forma de leer. Y por suerte, tampoco una sola manera de ser lector
Decir que los jóvenes no leen es quedarse en la superficie. Es mirar con ojos viejos una práctica que mutó, pero no desapareció. La lectura sigue viva, y quienes se animen a observar más allá del papel, van a descubrir que la generación que muchos acusan de “no leer” está escribiendo, silenciosamente, una nueva forma de relación con los libros.