Grooming en Argentina
Un like, un mensaje, una desaparición: el lado oscuro de las redes sociales
Una historia que comenzó con una solicitud de amistad en Facebook y que terminó con la vida de una niña. Qué hacer y cómo actuar frente a casos de acoso cibernético.
Las redes sociales, el canal por donde puede llegar el ciberacoso. Imagen: Ministerio de Justicia
Rocío Vergara - Agencia Comunica
La era de la hiperconectividad, el desarrollo de nuevas redes sociales y el acceso al internet muestra los nuevos peligros que hay detrás de un like, una historia y los mensajes directos. Uno de ellos es el grooming, una forma de acoso que es invisible para los adultos y que tiene finales devastadores.
Bahía Blanca, Argentina: la mañana del 23 de abril de 2016, Micaela Ortega salió de su casa para no regresar jamás. Sobre la mesa dejó a su madre una carta donde le pedía perdón por “no ser buena hija”, la noche anterior habían discutido. Hacía tiempo que la niña de doce años se venía sintiendo en soledad. Con frecuencia hablaba con una amiga que había conocido por Facebook: La Rochi de River se denominaba el perfil.
Cansada de la situación que estaba viviendo, le preguntó a su amiga si podía quedarse con ella, a lo que ésta respondió con un “sí, mi primo te va a ir a buscar”. Micaela caminó por la ciudad hasta encontrarse con esta persona y desde ese momento, no hubo ni rastro de ella. Lo último que se supo es que estaba acompañada por un hombre.
Nueve kilómetros. Paso a paso. Minuto a minuto. Horas. Llegaron a un descampado. Un lugar extraño. Perdida, desorientada. Allí es donde Micaela fue atacada, agredida, quería forzarla a tener relaciones sexuales. Se negó. Luchó contra él. Se defendió. Resistió. Él se enojó. Entonces la asfixió hasta la muerte, dejándola sin oxígeno, dejándola sin vida.
Su familia no sabía nada de su paradero. Micaela llevaba consigo una “planchita de pelo”, porque era muy cuidadosa con su aspecto físico. Fue una publicación en las redes sociales sobre la venta de ese aparato electrónico lo que llevó a su localización. Su madre, Mónica Cid, recibió una llamada de la abuela de Micaela a las 11 de la mañana, diciéndole que ella no se encontraba en la casa.
A su madre le tocó reconocer a su hija por una foto, luego de estar un mes desaparecida. Jonathan Luna, un adulto de veintiocho años, el cual tenía múltiples cuentas en las redes sociales, es el asesino de Micaela Ortega. Fue el caso que hizo que en Argentina se comenzará a hablar de grooming. Pero, ¿qué es exactamente esto?
Sergio Magallanes, docente de la Facultad de Sociales de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) señala que “el grooming se lo define como el acoso sexual a niños, niñas y adolescentes a través de medios digitales”. El Ministerio de Capital Humano aclara que “muchas veces se realiza usando una identidad falsa y creando un vínculo de confianza, que puede ser difícil de reconocer como violencia en un primer momento”.
Adultos y acosadores se esconden detrás de un Like.
El investigador agrega que “desde el 2013, en Argentina, esto es considerado un delito que fue incorporado por la legislación a través de la ley 26.904”. Es desde 2020 con la sanción de la ley 27.590 —conocida como “Micaela Ortega"—, que se creó el Programa Nacional de Prevención y Concientización del Grooming, para luchar contra esto mediante campañas de sensibilización. Magallanes aporta que “este programa fue creado no sólo para que eduquen sobre la ley, sino que proporcionen recursos que permitan identificar señales de alerta que lleven a actuar con rapidez”.
En Argentina el 59% de las denuncias de víctimas que han pasado por grooming tienen entre 12 y 17 años, y el 22% tienen entre 6 y 11 años. Por esto, según la “no existe vacuna contra el grooming, por lo que las charlas y talleres de concientización, tanto para adultos como para niños, son de fundamental importancia para erradicar este delito”.
El modus operandi de los groomers (persona que a través de las redes comete el delito de grooming) no siempre es visible. A veces están detrás de perfiles que pueden parecer “confiables”, de nombres inofensivos y con imágenes de gustos populares. Son pacientes, insistentes y por sobre todo, persuasivos.
Hacen uso de la empatía y de la escucha del otro cuando el menor está atravesando un mal momento, buscan que el niño/a tenga confianza en ellos. Comprenden la soledad de su víctima y se presentan como una figura afectiva más. Después viene el pedido de imágenes, fotos, videos y hasta videollamadas, así cuando obtiene todo el control, se presenta la amenaza.
“Si el grooming está en curso, lo primero que hay que hacer es la denuncia policial. No se debe de olvidar que es un delito que incluye a un menor y que tiene un fin sexual” advierte Sergio Magallanes. Es prioritario que la evidencia digital no sea borrada, que el groomer no sea bloqueado ni sea confrontado, teniendo como factor de importancia que no sospeche de que lo están engañando.
A modo de prevención ante un caso de grooming, se puede tomar como recomendación: acercarse a la fiscalía más cercana, no bloquear ni enfrentar al groomer, tener una escucha activa y asertiva para con el adolescente/niño/niña, que los padres (o adultos) no se hagan pasar por la víctima para obtener mayor información, guardar las pruebas, evitar responsabilizar o avergonzar a la víctima y conversar sobre la importancia de cuidar la seguridad y privacidad en las redes sociales. Además, en caso de estar atravesando ciberacoso, se puede llamar a la línea 102 o 137 para orientación y asesoramiento.
Aunque las leyes no alcanzan solas de por sí, es fundamental prevenir desde las casas, en las instituciones educativas y académicas, que sea tema a tratar en los ámbitos públicos, para que la historia de Micaela Ortega no tenga que repetirse. Porque detrás de las pantallas hay mucho más de lo que creemos.