Radio Olavarría: la única voz que se escuchó en la inundación
La ciudad en silencio y dividida. Internet no existía ni en la imaginación y el teléfono fijo era un bien de algunos pocos. En medio de la incomunicación, la radio se convirtió en el nexo entre familias separadas por el agua. LU 32 y su valioso rol social en abril del ´80.
Fernanda Alvarez - Agencia Comunica
“En el edificio de los Colegios Nacional y Comercial se encuentran alojadas las siguientes familias: Massaro, Ciochi”.
“La señora Esperanza pide noticias de su hija Patricia, internada en la maternidad del hospital local”.
La voz del archivo radial se escucha con pausa, con preocupación. Hasta uno puede imaginarse la seriedad en el rostro de quien, en aquellos años, informaba con la mayor claridad posible sobre el paradero de tantos olavarrienses. Es abril de 1980: el mes y el año que quedaron impregnados en la memoria colectiva de la ciudad. El momento histórico en que las informaciones llegaban a un ritmo tan pausado como la voz del locutor. Los días en que la lluvia se llevó todo: muebles, autos, casas, ropa, recuerdos en fotografías y, lo más grave, hasta vidas de olavarrienses que murieron ahogados o infartados, quizás producto del shock.
Lu32 transmitió hasta que se agotaron las baterías que habían improvisado sus trabajadores para funcionar sin energía eléctrica. Y fue la única voz que durante algunos días permitió que miles de ciudadanos pudieran saber sobre el paradero de sus familias. Hace 45 años, Olavarría era devastada por la peor inundación de su historia. Los datos son elocuentes: 50 mil evacuados en una población de 70 mil; 547 milímetros en abril cuando la lluvia anual de ese año fue 1100 mm. Y un arroyo que estaba lejos de tener el ancho actual. Solo quedaba, para quienes fueran creyentes, rezar.
Es difícil imaginar la comunicación de entonces, pero hagamos un intento: el teléfono fijo era la novedad del momento y se demoraban hasta meses en conseguir una línea telefónica debido a la escasa infraestructura. Eran épocas en que las cartas se escribían de puño y letra, habia unos pocos canales de televisión que llegaban a los hogares en aparatos blanco y negro y la radio era AM. En Olavarría, LU 32 era el único medio radial y cumplió un rol central en aquel entonces: solidaria, activa, y nada más y nada menos que el único medio que permitió saber algo de lo que sucedía mientras el agua arrasaba con todo lo que encontraba en su camino y a la vez calmó la desesperación de esos días.
La radio funcionaba en su antiguo edificio de San Martín al 2900: una casona vieja con pisos de madera y una pequeña habitación en un primer piso que se convirtió, de emergencia, en sala de transmisiones.
“Nuestro apacible arroyo Tapalqué estaba transformado en un mar bravío. Las bocas de tormenta no solo no asimilaban el agua llovida, sino que misteriosamente se habían convertido en tramposas generadoras de vertientes que conspiraban más aún”, recuerda Antonio “Tano” Zangara, periodista deportivo de la radio.
El domingo 27 de abril se disputaba un partido de fútbol trascendente: Estudiantes Vs Olimpo de Bahía Blanca. “Era un partidazo de una campaña histórica. Ese partido era como un River y Boca. Con esa transmisión se aseguraba el año, era impresionante la cantidad de publicidad que había”.
Alberto Lasso era operador de estudios y de exteriores para transmisiones deportivas de LU32. Ese domingo fue a preparar los equipos para el móvil de exteriores y se encontró que la Avenida Del Valle tenía agua que “salía de las bocas de tormenta. Fui a la cancha para hacer el tendido de línea para los enlaces con las cabinas y los puestos de periodistas de cancha. Era imposible entrar”, rememora. Insistente, ingresó al club por la calle Lavalle y recuerda que el árbitro decía “si la pelota pica, el partido se hace. Pero al bajar los primeros escalones del túnel vimos que ya estaba todo inundado”. Como si el agua brotara del piso, pronto fue difícil transitar las calles para llegar a la sede de la radio.
“El primer móvil de la radio fue una estanciera. Cuando volvimos a la calle San Martín ya había unos 20 cm de agua, venía agua del subsuelo, donde estaba el archivo de discoteca. Los locutores estaban sentados con los pies mojados. Teníamos miedo de que se inunde la sala de control técnico y se interrumpiera la transmisión”, cuenta Alberto Lasso. Por lo tanto con Luis Recabarren decidieron armar una radio portátil a batería en la planta alta. “El domingo a última hora pasamos la transmisión a ese lugar. Nadie se imaginaba lo que podía pasar”.
Nadie.
Como tampoco era posible imaginar, ni saber con los recursos del momento, la dimensión que podía tener la catástrofe. No había radares, ni pluviómetros, ni siquiera un Servicio Meteorológico Nacional como ahora, que emite alertas y anticipa posibles tormentas. El año 80 se presentaba con poca tecnología. Y eso repercutió en la forma de comunicarse.
Alberto Lasso, uno de los que puso LU32 al aire en plena inundación.
“La madrugada del domingo al lunes fue complicada. El agua subió por lo menos un metro”, narra el Tano Zangara. Los datos aportados por el investigador Marcos Rodriguez hablan de 78 milímetros el domingo 27 y 215 mm de lluvia el lunes 28. El panorama era desolador. Ya no había luz, los teléfonos estaban cortados y la única voz era la de Radio Olavarría.
“La comida era escasa, los alimentos en la heladera estaban incomibles. El domingo pareció mejorar la situación, el agua descendió levemente. Pero fue apenas una mejoría temporaria. Un diluvio se descargó otra vez sobre la ciudad en la tardecita del lunes y a partir de entonces el caos y la desazón nos invadió a todos”.
Mientras que en Buenos Aires y cualquier otra ciudad los partidos de fútbol -y la vida misma- seguían como si nada, aquí los olavarrienses debieron ser evacuados y miles salieron con lo puesto.
“Todo el mundo dependía de lo que informábamos al instante. Teníamos línea directa y permanente con la Municipalidad, pero el lunes o martes ya media ciudad estaba sin energía y nosotros dependíamos del grupo electrógeno, que se rompió”, dice Lasso. En aquel momento, y dimensionando la importancia de conseguir el repuesto para que la radio siga funcionando, el intendente Portarrieu puso a disposición un helicóptero que despegaría del Club Ferro para llevar el repuesto al lugar donde estaba el grupo.
“Tengamos en cuenta que en aquel entonces la telefonía móvil no existía, eran teléfonos fijos y la gente llamaba para avisar que estaban bien”, agrega el trabajador de radio Olavarría. La tarea no era sencilla: muchos llamaban y la línea daba ocupada y “todos hacíamos de todo un poco, atendíamos el teléfono, respondíamos, estábamos al aire… No había horario de trabajo, estábamos en la planta alta y habíamos pasado un par de días sin comer. Solicitamos si alguien nos podía alcanzar algún alimento y de la distribuidora Armendano nos alcanzaron una caja de masitas, una botella de whisky y pilas. Desde una de las oficinas que daba a la calle veíamos que del kiosco de al lado salían y pasaban flotando alimentos, galletitas, rescatábamos lo que podíamos”.
¿Cómo imaginar el grado de angustia que han pasado familias que estaban separadas por el agua, evacuadas en alguna casa vecina o en la zona serrana, sin saber nada de sus hijos, o de sus padres? ¿Cómo comprender hoy, que todo se sabe casi al instante en que sucede, lo que fueron esos días en que la única comunicación posible era estar pegado a una radio a pilas, escuchando atentamente si mencionaban un nombre conocido?
La radio fue fundamental en esos días y, según Alberto Lasso, “creo que la valoramos más cuando dejó de funcionar. Ahí nos perdimos la compañía y la posibilidad de saber algo de los seres queridos y conocidos”.
El “Tano” Zangara relata que, casi por instinto de supervivencia y tras haber quedado del lado de Pueblo Nuevo, recordó que en la calle Belgrano casi Maipú vivía un bombero de apellido Lavataglia. “Me llegué hasta su domicilio, me facilitó un Handy que se conectaba con el Cuartel, y en una corajeada que lo tuvo como protagonista para intentar el nexo, logró unir el complejo bomberil con LU 32 y pudimos emitir desde ahí. Jamás lo imaginamos pero en un ratito nomás los vecinos de Pueblo Nuevo formaron una interminable fila solicitando con desesperación por el destino de sus familiares ubicados en el sector céntrico, detrás de las vías, y en las localidades de las sierras, ya que era imposible cruzar el arroyo. Nos sentimos útiles a medias ya que tras largos minutos de emisión nos quedamos sin batería y muchos se enojaron ya que esperaban su turno para mandar el desesperado mensaje”.
Desesperación. Quizás ese haya sido el sentimiento de muchos.
Esperanza y alivio. Eso es lo que ofreció la radio AM, único medio que se ubicó en el aquí y ahora del momento.
Un momento que está sellado en la memoria de los y las olavarrienses.