Notas

Una investigadora analiza perfiles masculinos de Apps de citas

Citas virtuales, encuentros, deseos y ¿amor?

Las nuevas tecnologías trajeron nuevos modos de vincularnos social y personalmente. ¿Qué se busca en una app de cita, más allá del deseo sexual? Las soledades, las subjetividades y la necesidad de ser queridxs y elegidxs.

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Fernanda Alvarez - Agencia Comunica

27/10/2021

Hombres que buscan “mujeres normales”. Hasta que las encuentran. Mujeres que pretenden erradicar el amor romántico y el machismo en las relaciones sexoafectivas. El terreno de las citas virtuales que se vuelven presenciales es extenso, ambiguo y tan particular como cada persona. Pero hay cuestiones que atraviesan a los que se animan a construir un perfil y conocer gente que de otro modo no hubieran encontrado.

Para la Dra. en Antropología Silvia Elizalde “siempre queremos que nos quieran”. Así de simple y de complejo. La investigadora del Conicet analizó más de dos mil perfiles de hombres heterosexuales en Tinder entre 45 y 55 años para determinar -en lo que aclara es una exploración y no una investigación académica- qué buscan esos varones en esa aplicación de citas. ¿Único o a lo sumo dos encuentros sexuales o mayor compromiso afectivo con una mujer? Una posible respuesta es que quizás haya “más un deseo de salir del estado de soledad que de encontrarse con otro”.

La aseveración muestra que “el desafío, la aventura que significa dejarse atravesar por un otro supone una cuota importante de valentía, una pérdida del control de lo que puede ocurrir. Acá, en la medida en que se hace una lista de lo que se espera o de lo que no se espera de una pareja ideal, es difícil pensar que esos discursos tienen que ver con encontrarse con una mujer real del otro lado”. De hecho, cuando se especifican pretensiones, muchos hombres mencionan “no quiero conocer a tu tía, te quiero conocer a vos´. ´No pongas foto de los 15 años´.´Basta de fotos con 10 kg menos´, con un importante nivel de agresividad respecto a las mujeres y su presentación corporal”. Por eso Elizalde asegura que “la hegemonía de los cuerpos, la belleza y la juventud sigue operando y las chances de encontrar partenaire parece depender de eso. Hay quienes buscan la autenticidad, pero lo real suele ser muy rápidamente rechazado”. Lo real, claro, sin filtros ni poses.

En la muestra elegida para analizar podría afirmarse que todos llegan a esa edad con una mochila cargada de historias, amores, frustraciones, hijos, divorcios u orgullosas solterías que muestran como un valor. “Sin rollos ni ataduras”, suelen presentarse. En tanto, de parte de algunas mujeres surge la exigencia de que los varones se deconstruyan o revisen su machismo internalizado. Ante esto muchos de ellos se sienten incómodos y “acorralados o atacados en su virilidad ante esta nueva regla y esto rearma un mapa complejo con nuevos cambios en la sexoafectividad”.

Encuentros y desencuentros

¿Qué sucede con las tecnologías cuando nos construimos como sujetos, qué expectativas ponemos en el vínculo con el otro?. En el Podcast Emosido Engañados, producido por la cátedra de Culturas Digitales de la UNLP, la Dra Elizalde explica que “en este tipo de aplicaciones se sobre entiende que lo que se busca es un encuentro, una cita, pero el significado de encontrarse ha variado. Varía de acuerdo al género de cada quien, pero también a las expectativas depositadas por unos y otras. Por eso lo que suele darse es una multiplicidad de formas de desencuentros”.

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También hay, según su recorrido, imágenes fuertemente convencionalizadas. “Esto de ponerse en la posición de gustar a otro: mostrarse distendido, capaz de disfrutar de momentos, de una bebida, una comida o un viaje. En ese imperativo de la felicidad, mostrarnos casi sin ninguna necesidad. Como trasfondo, sigue funcionando la matriz del amor romántico. Digo que no busco una pareja, pero en realidad desearía a alguien que no huya del compromiso y tenga responsabilidad afectiva, expresión que se usa ahora para intentar poner un límite a la búsqueda del otro e instalar la advertencia de ‘no me hagas sufrir”

Para mucha gente, estar presente en una app de citas ya no es un elemento vergonzante, aunque hay algunas personas que, en ciudades medianas como Olavarría, aún no se animen y puedan sentirse expuestas. “Lo que sí se advierte con frecuencia son los usos hiper instrumentales de la aplicación y el presupuesto de que no vale ofenderse en las charlas previas al encuentro. Se espera que el otro sea siempre ‘cool’”. Una usuaria de Tinder, por ejemplo, cuenta que frente a la invitación rápida a encontrarse con alguien del sexo opuesto, manifestó no poder ese día por cuestiones personales y “el flaco directamente me dijo que era ya o nada. Obviamente no me gustó su actitud pero a mi me interesaba verlo”. La Dra Elizalde asegura que “hay un costo emocional, esto desgasta enormemente porque hay algo del anhelo amoroso que moviliza el estar ahí. Esto de me elige o me descarta porque vivo a 20 cuadras por ejemplo, como si esos fueran los nuevos criterios de selección de alguien, para ver a partir de ahí qué pasa”.

La investigadora - también autora de los libros “Tiempo de chicas. identidad, cultura y poder” y de “Jóvenes en cuestión. Configuraciones de género y sexualidad en la cultura” agrega que “hay otro nivel que tiene que ver con el chat (aparezco, desaparezco), el compartir videos, fotos, un mundo recortado a fuerza de selfies y filtros”. Lejos de las épocas en que la voz adquiría un rol protagónico en la construcción erótica con un otro, “ahora es breve en tiempo y lugar, hay que conocerse, con el temor que implica gustar o no al poner el cuerpo. Hay algo de la sistemática desilusión como parte de este engranaje”.

La rapidez y la inmediatez con la que se tiene acceso al mundo de otras personas por las nuevas tecnologías (sean estos editados o no), la dependencia de los Likes y la ansiedad que esto despierta (“le escribo y tarda en responder, me clava el visto”) juegan un papel importante en cada uno y en los encuentros con otres. “A veces es difícil para las subjetividades acomodarse, estamos todo el tiempo reconstruyéndonos”, asegura la investigadora.

“También llama la atención dado que Tinder, como otras aplicaciones de citas, son espacios que no están connotados como lugares de búsqueda de amor sino de encuentro más bien rápido, o sin tanto calado. Sin embargo, lo que he visto en algunos perfiles masculinos es una aspiración a encontrar un ideal de pareja que muchos lo asocian a la posibilidad de acompañarse”. Son los menos, pero existen quienes manifiestan la necesidad de un encuentro que trascienda lo sexual y también acuden, sobre todo en tiempos de pandemia como los que se han vivido, a estas aplicaciones.

“Por las noches la soledad desespera…”, canta La Bersuit. Quizás allí es cuando Tinder salva.