Entrevistas

Alejandro Ippolito, docente e investigador sobre discursos de odio analiza el rol de los medios en su producción y reproducción

“El discurso de odio lo que menos tiene es verdad”

Fake news, la verdad relegada a un segundo plano, intereses individuales y corporativos por sobre intereses públicos. Un accionar violento producto de un discurso colmado de odio y libertad de expresión como justificativo principal. “Como no hay datos lo que tiene que haber es espectáculo”, declaró el investigador.

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Jorgelina Rivulgo - Agencia Comunica

13/09/22

El lamentable y repudiable intento de magnicidio hacia la vicepresidenta de la Nación dejó ver la responsabilidad y el lugar que ocuparon los discursos de odio en los medios de comunicación. Agencia Comunica dialogó con Alejandro Ippolito, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, quien actualmente lleva a cabo una investigación sobre discursos de odio.

Es necesario aclarar que según la ONU un discurso de odio es “cualquier tipo de comunicación verbal, escrita o conductual, que ataca o utiliza lenguaje peyorativo o discriminatorio con referencia a una persona o un grupo sobre la base de quiénes son”. El investigador Alejandro Ippolito reflexionó sobre el rol de los medios y las maneras en la que comunican los periodistas, los límites de la libertad de expresión, las nuevas formas de violencia y el valor de la verdad en los discursos públicos, relegada a un segundo plano . “El periodista es un servidor público y eso ha quedado muy de lado”.

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Alejandro Ippólito, docente de la Facso e investigador. Fuente: Miradas del Centro.

-¿Cuál es el rol y la responsabilidad de los medios en la reproducción de un discurso de odio?
- Los medios ocupan un lugar preponderante en la selección del enemigo, en el señalamiento y en la estigmatización de una persona/individuo o un grupo social. El rol del medio es otorgar un permiso o validar acciones que con otras circunstancias serían temerarias o condenatorias. El medio justifica esas acciones a través de la deshumanización de esos grupos sociales. ¿Qué es esto? simplemente es decir, esta persona, es la que ocasiona todos sus males de lo que se esta percibiendo en este tiempo. Se hacen un tipo de valores morales, peyorativas y valoraciones negativas, se le achacan todos los problemas y las condiciones negativas de un país. Es un trabajo previo que hacen, ese clima se va llenando de una efervescencia de odio por una acción muy bien planificada por los medios. Lo que vimos recientemente, la estigmatización está clara a quien fue.”

-¿Y la responsabilidad…?
-Fue algo muy bien planificado, hace tiempo ya está la cuestión de reemplazar los golpes de estado violentos y militares por golpes más institucionales y pseudodemocráticos. En cuanto a esa asociación la responsabilidad es de un 30%, consideramos que está lo mediático, judicial y la política. en cuanto a protagonismo y tarea permanente en el tiempo supera ampliamente el 70%. Lo que hizo la parte judicial fue dar una especie de contexto guiando por los medios a lo que después iba a hacer el pedido de prescripción de Cristina. El discurso nacido en el medio y después tuvo repercusión en la justicia, podemos observar como claramente los medios le marcaron la agenda a la justicia. Hablaban del alegato de Luciani y puntualmente hasta en sus dimensiones y cómo lo iban a abarcar mucho antes de que Luciani empezara a hablar.

-¿El discurso de odio lleva a un accionar violento?
-Exacto. El discurso del odio en realidad puede incursionar en diferentes informaciones, lo pueden usar vos o yo en cualquier reunión familiar un domingo a la tarde. Una cosa es cuando se utiliza por multas informativas por un protagonista, esto es lo grave y lo que debería estar regulado. Hay que volcar la responsabilidad en el uso del sentimiento del odio organizacional, institucional de un medio hegemónico en pos de un interés personal, económico o político con la responsabilidad que tiene el periodista de comunicar.

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 Foto: Anfibia

-¿Es viable la creación de ley para que se limiten estos discursos?
-Una semana antes de que sucediera el lamentable episodio del intento de magnicidio había entablado un tipo de conversación con un diputado nacional por este tema. Le plantee que frente a un escenario de creciente discurso de odio y odio social también porque el discurso en sí mismo es una entidad vacía sino pasa a la acción, lo que busca es generar una acción, una contraoferta que pase a la acción, el gatillo se tensionó por esa acción. Ese diputado dijo que no estaban dadas las condiciones para que en el recinto se presentara un intento de ley. Desde lo legislativo es necesario que haya un tipo de punibilidad no en contra de la expresión sino en contra de las aberraciones del periodismo.

-¿Cuál es el límite de la libertad de expresión? ¿Los medios pueden poner en peligro a la democracia?
-Ya es tiempo de ponerle nombre a las cosas y dejar de utilizar clichés en el periodismo con que cualquier intento de moderación de expresión es un intento de censura. En realidad acá hay -creo yo- que unificar la idea de libertad de expresión con la de responsabilidad de expresión, no pueden ir escindidas. Un periodista debe estar regulado por la ética profesional pero como no sucede esto, llamarlos a la reflexión y al autocontrol no del decir sino la forma del decir. Como esto no va a pasar hasta que no está previsto una ley creo que no va a haber modificación. Es una falacia decir que sos censurado por decir la verdad, porque el discurso de odio lo que menos tiene es verdad. Si tuviera verdad tenga datos y si se tiene datos no hace falta el espectacular discurso del odio, como no hay dato lo que tiene que haber es espectáculo.

–¿Los medios son más que el cuarto poder?
-Creo que están en el primer lugar o comparten el primer lugar con el poder económico real. Forman parte del primer nivel hace mucho tiempo en consonancia con cierto sector político, cierto poder judicial, cierto nombre de las industrias y de los grandes sectores económicos concentrados que son siempre los mismos a lo largo de la historia.

-¿Crees que la pandemia lo dejó en evidencia?
-La pandemia fue un gran laboratorio de esto, ahí vimos como había acción y reacción permanente. Los medios salen a decir algo y automáticamente había una manifestación social con quema de barbijos, antivacunas que después fue creciendo y apareció la guillotina, las bolsas mortuorias y el acuse de que cada muerto era responsabilidad, como si esto fuera una cuestión que pasara simplemente en argentino Se niega la pandemia, se niega el virus.

-¿Están vinculadas las fake news en la producción y reproducción de discursos de odio?
-Seguro que tuvieron que ver no por torpeza, premura ni ausencia de datos confirmatorios, sino la clara intención de engañar. Una cosa es arrojar una información falsa porque me apuran los tiempos y no pude comprobar las fuentes entonces me equivoco y otra es tener la intención de engañar al público. Ahí las fake news tienen un correlato más preocupante porque ahí ya hay un accionar para que la gente confundida mal informada salga a la calle a sostener cuestiones que no tienen asidero.

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Manifestación del 02/09. Foto: Miriam Campos/LNM.

-¿Y las redes sociales forman parte de esa reproducción?
-Cuando las redes sociales las maneja una persona individual yo me resisto a llamarlo noticia, es informacion, todo lo que circula es informacion. Cuando esa información es tomada por un periodista y reproducida, ahí sí se convierte en noticia. Me parece que tenemos que empezar a discernir estas cuestiones porque si no hay una confusión donde salen ganando los que confunden, entonces se libera responsabilidades y parece que cualquiera puede dar una noticia. En las redes han circulado muchísimas informaciones falsas, fotos falsas, trucadas, lo peligroso es cuando es tomado por el periodismo como si fuera valedero y es reproducido al aire. Hoy es frecuente ver a periodistas al aire consultando en las redes permanentemente y sin chequear y tirar información que ahí sí se transforma en noticia falsa.

-Por último…¿Cuál es el valor de la verdad en los discursos públicos que están circulando?
-Casi inexistentes. -Cita a un filósofo- La verdad no tiene manera de sobreponerse a esta batalla desigual sobre la desinformación, la mala información y la mala intención. Uno entiende que la verdad ha pasado a un segundo lugar no sólo de los medios sino también de la justicia, es más grave todavía porque la justicia debería abogar para que justamente se establezca la verdad y no operar para que la mentira se transforme en un hecho verídico o creíble. Es un trabajo que tiene que ver con la ética profesional que los periodistas tienen como objetivo a la verdad y no al golpe de efecto de atender intereses corporativos por sobre el interés. No nos podemos olvidar que el periodista es un servidor público y eso ha quedado muy de lado.