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juicio 1

A esta altura de la audiencia, la jornada ya era extensa y la densidad de información puede, tal vez, traducirse en la cantidad de datos y argumentos volcados en esta crónica. Sin embargo, la fiscalía aún tenía más nombres para continuar su alegato. No olvidemos, son 23 imputados y se estimaron 40hs de exposición total.

Horacio Rubén Leites

Leites fue Teniente 1° y Jefe del escuadrón “A” del Regimiento de Olavarría desde el 31 de diciembre de 1976, hasta al menos el año 1979. Su nombre, está fuertemente asociado a José Alfredo Pareja, ya que está involucrado en el hecho previo a su desaparición. La noche del 12 de marzo de 1977 Pareja se convirtió en el primer desaparecido en la ciudad de Olavarría, ocurrió poco después de que se retiró de la casa de su hermana, con la promesa de regresar para luego ir a tomar algo. Los datos, centrales en este caso, tienen que ver con Leites porque el imputado vivía en el mismo edificio que la hermana de José Alfredo, y esa misma noche, momentos antes de que la víctima se retirara de la vivienda, Leites estuvo en esa reunión y pidió hacer una llamada al regimiento. Esa llamada, realizada desde la propia casa de la hermana de la víctima, fue a Tula, quien por entonces era oficial de guardia. Este no solo confirmó la comunicación, sino que se contradijo en sus declaraciones. “Leites fue quien permitió su localización (de Pareja), en otras palabras, lo entregó” dijo la fiscal.

El caso Pareja tiene otros testigos, un policía, Miguel Ángel Fuhr, un ex soldado que dijo haberlo visto ingresar encapuchado al regimiento, y el testimonio de Patricia Pérez Catán, ex detenida desaparecida que lo vio con vida por última vez, estando ambos secuestrados en el Centro Clandestino “La Cacha” en la ciudad de La Plata.

Como se demostró con reglamentos y testimonios, cada operativo era estrictamente organizado, por ende, “el destino de Pareja había sido planificado previamente por sus autores. Leites actuó dentro de esta red” señaló María Ángeles Ramos.

Carlos Alberto Muñoz, el custodio del horror

Muñoz se desempeñó como Sargento del Regimiento de Olavarría y, en los hechos que se le imputan, cumplió el rol de custodio en el Centro Clandestino de Detención Monte Pelloni. El imputado prestó declaración en su momento, y dijo no tener facultades, ni nada que ver con los hechos. En este punto, la fiscal encontró severas contradicciones dado que, en la etapa de instrucción (2013), admitió haber estado en Monte Pelloni, dijo haber visto entre 8 y 9 personas detenidas y entre ellas una mujer. También dijo haber integrado el grupo más “blando” de la guardia del lugar y que nunca se atrevió a cuestionar las órdenes recibidas. “Chacho”, como le decían, estaba bajo las órdenes de Grosse.

“Lo que dijo ya se sabía” señaló la fiscal y agregó, “él vino a confirmar, a unir las piezas del rompecabezas”. Esto es verdad, pero sea como sea, sobre todo para quienes tomamos conocimiento recién ahora de esta declaración, nos resulta sorprendente. El custodio del horror lo confesó. Lo vio todo, obviamente. No es común encontrarse con estos testimonios, hay una suerte de pacto de silencio que mantiene la impunidad hasta el día de hoy. Es perverso.

Muñoz no solo vio todo, sino que además lo vieron. Era nada más ni nada menos que el vecino de Araceli Gutiérrez. Fue el único que reveló su identidad y ella lo vio.

Para la fiscalía, Muñoz no aportó nada nuevo, simplemente se incriminó. Dijo lo que ya habían dicho los testigos: detenciones en Monte Pelloni, una única mujer, la existencia de guardias blandas, secuestrados/as repartidos/as en penales. Todo eso fue dicho por los testigos y probado. “Muñoz fue libre de declarar en los hechos” dijo la fiscal. Se refería a la última vez que pudo hacerlo y sin embargo quiso desdecirse. “Es responsable” señaló Ramos, “el fue el custodio de Monte Pelloni, pudo abrir las puertas, las rejas, pudo denunciar… no quiso” argumentó la fiscal. “Es responsable”.

Alberto Santiago Padilla

Padilla se desempeñó como Sargento 1° del Regimiento de Olavarría desde 1975 hasta 1982. Luego continuó con sus servicios en la provincia de Salta. Está involucrado junto con Raúl Ángel Córdoba (ya fallecido) quien se desempeñaba como Cabo 1°. Ambos integraban un Escuadrón Comando de inteligencia y este rol los involucra. Fue el por entonces Teniente Coronel Cordero quien señaló, ante un Consejo de Guerra, que en un operativo de detención de “subversivos” había actuado el Grupo de inteligencia del Regimiento de Olavarría que ellos integraban. En el mismo sentido, se presentaron los testimonios de Rubén Francisco Sampini y otros más, quienes señalaron a Padilla y también a Muñoz, como parte de las patotas.