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César Gónzalez en Olavarría

¿Qué puede un artista?

El cineasta César González recorrió la convivencia del pasado con el presente, el alcance de sus obras en diferentes contextos socioculturales y los desafíos de ser un artista.

 

César González siempre fue César González, aunque se lo conoció como Camilo Blajaquis en 2010 cuando publicó su primer libro, “La venganza del cordero atado”, y era retratado por los medios como el “pibe chorro que escribe poesías”. Nació en la Villa Carlos Gardel, pasó por el instituto Agote, el penal de Marcos Paz y continua viviendo en la villa. Desde 2012 firma sus películas y libros sin usar pseudónimo y en esa autoafirmación reivindica todo su ser. Sin dejar de escribir, se volcó casi de lleno al cine pero también produce musicalmente a chicas y chicos del barrio. Antes de brindar un conversatorio público sobre “No a la baja” y presentar su última película en Olavarría, el escritor y cineasta habló sobre las diferentes expresiones artísticas en su vida.

¿Cómo convivieron César González y Camilo Blajaquis?

Camilo Blajaquis fue un pseudónimo que usé y con el cual irrumpí en la vida social, con el que la gente me conoció, sobre todo la que uno llama "del palo", que sabe la historia de la revolución cubana y de Rodolfo Walsh. Llamó mucho la atención pero la realidad es que no estoy firmando mis poesías ni mis películas como Camilo Blajaquis desde 2012. Me parece una pregunta interesante: ver cómo conviven mi pasado con mi presente. Cada vez que matan a un pibe o que uno cae preso, veo como una repetición de mi historia, un espejo y me agarra toda una lluvia de preguntas de entender porqué sobreviví o puedo estar acá mientras la mayoría de mis amigos están muertos o en la cárcel.

Siento que hay una lupa gigante sobre mí, que no quieren que me desprenda de mi pasado. Eso que se llama "estar condenado por el pasado" a mí me sucede. Gente que me insinúa si yo no sigo robando, si no me sigo drogando... Salí hace ocho años de la cárcel y no es que estoy hablando de mi primer libro, voy por el cuarto, estreno mi cuarto cortometraje, produzco a pibes de la villa para que rapeen, los hago grabar en estudio. Hago dos millones de cosas que no tienen ni un centímetro que ver con mi pasado, sin embargo la gente lo tiene más presente que yo. No reniego de eso, me parece que es lo justo, lo disfruto porque viene a aclarar a qué sector represento. Dentro de la villa pertenezco a lo que es discriminado dentro de la villa misma, que son los "pibes chorros". Yo fui ese, entonces pertenezco a la escala más baja de todas. Cuando la gente tiene esa duda me pongo contento, irónicamente, porque me viene a confirmar quién soy, me ayuda a no perder el eje ni olvidarme lo que pase: nunca más volví a vivir lo que pase en la cárcel o con los balazos de la policía.

¿Qué significa para vos la palabra?

Más que la palabra, considero la importancia de revelarse, descubrir lo que es el mundo y animarse a decirlo. Es lo que a mí me salvó. Asumir mi lugar, lo que se llama "conciencia de clase”: ¿Por qué nací en tal lugar? ¿Por qué existe la villa? ¿Es casualidad o es una causalidad? En un principio, el escribir fue como una manera de poder sacar todo eso. Lo que no quiere decir que "cuando yo estaba en la cárcel el escribir me hacía era libre". Seguía estando en la celda, escribía y las paredes seguían siendo paredes, la puerta seguía estando en el mismo lugar y no me iba... Arraigado en el lugar, en la situación, leía. No para evadirme sino para asumir lo que estaba viviendo. La palabra fue muy importante en mi vida pero también me gusta llamarlo “la expresión”. El animarse, encontrarse con otros seres. Puede haber detalles ideológicos de diferencia pero hay una gran norte en la brújula que es un mundo mejor.

No creo que la palabra ni la literatura sean un bien en sí mismo, que el solo hecho de leer a alguien le garantice ser una buena persona. Un ejemplo es Vargas Llosa que ha ganado hasta el Nobel de Literatura y es un intelectual del neoliberalismo… Nunca me van a escuchar decir "lean porque los va a salvar" sino que preferiría "lean y...". Leer para incorporarlo a algo en la vida.

¿Qué te ofrece el cine en comparación con otras expresiones artísticas?

Hay algo personal que me pasa con el cine, una pasión, lo tengo como hecho carne. Eso no quiere decir que las otras artes no me den algo que el cine si. La especificación es uno de los grandes males que ha traído el capitalismo. En un mismo día puedo estar escribiendo un poema, después filmando o tocando la guitarra con los pibes en el barrio. Marx decía que "nada de lo que es humano me tiene que resultar ajeno". Y el cine es una herramienta de llegada a las masas tremenda, mucho más que la literatura, la pintura. Quizás con la música comparta ese nivel de masividad. En la villa, por ejemplo, la gente no lee pero mira películas. El contenido es discutible pero la forma de cine está muy presente en la vida y eso también es lo que me hizo ir afianzando: es más fácil decirle a un pibe si quiere sumarse a actuar, agarrar la cámara, hacer sonido o ver cómo se edita una película. Tuve mucho más resultado ahí que cuando el taller era de literatura. Como herramienta didáctica, como herramienta política, es casi insuperable. No dejo de enterarme movidas desde lo audiovisual que se están haciendo en los barrios, gente que me escribe diciendo “a partir de lo tuyo nos animamos a hacer un corto". Siempre que puedo aconsejo que ese “hacer algo” hable de la realidad que viven, que se animen a saber que la realidad de vivir en una villa es una mierda. Está lo lindo de la solidaridad de la gente pero puede entrar la policía y te puede matar, así trabajes o robes. Van los tiros para cualquier lado, no miden. Estas dentro de la villa y sos un posible delincuente. Entonces, les digo que asuman esa realidad y si se traduce en imagen eso es arte. Cuando la creatividad se vuelve un trabajo cognitivo y físico al servicio de mejorar las cosas, eso es arte.

Tus películas siempre se presentan en lugares con características particulares. ¿Cómo es hacer películas y no precisamente para el cine?

Con mis primeras dos películas lo sufrí porque veía que mucha gente quería verla pero no existían respuestas de nadie que aparezca con una sala de cine a ofrecerse para proyectarla. Más en la ciudad de Buenos Aires donde hay cientos de salas chicas, medianas, grandes… Pero me invita otra clase de gente más cercana en el pensamiento, en la acción. Y lo disfruto. He dado charlas en centros culturales donde el tamaño era muy reducido, la gente se sorprende que vaya ahí. Yo les digo que sigo viviendo en la villa, que no me fuí. En esos encuentros se genera otro clima, hay otra confianza. En una sala de cine no hay posibilidad de debate porque es todo tan monumental que la gente se inhibe. Al ser más íntimo, la gente se anima y es lo más coherente con el cine que hago. Hago cine sin nadie que me ponga guita, ponemos plata los mismos que participamos. Es la autogestión pura y lo más coherente es moverme en esos ámbitos.

Las otras dos películas estaban ambientadas en la villa. ¿Cómo viene a romper la última producción con esto? ¿Qué tiene de continuidad y que no?

El cambio está a la vista porque Exomologesis no está en la villa y es algo nuevo en mi carrera. La realidad de la villa me empujó a hacerlo. Existieron filmaciones donde viví hechos graves: el ingreso de la policía a los tiros, alguna discusión con un vecino porque no le gustaba cómo pienso. Yo no desafío ni pruebo al destino. Conozco lo que es estar cerca de la muerte e intuyo cuando las cosas están medias ácidas. Entonces, como una manera de cuidarme, de cuidar a los que ya somos un grupo de gente estable (como Alan, Joel, mi hermana Sabrina y otras chicas también). Para no estar viviendo cosas raras fuimos a filmar afuera de la villa, en una sola locación.

También he filmado todo lo que se podía filmar sobre la villa. No hay tantas cosas nuevas. La gente me pide que muestre una historia color de rosa en las villas pero siento que no lo voy a hacer nunca. Me dicen "¿Por qué no mostras las otra cara de la villa?". Y yo me pregunto, ¿Cuál es la otra cara de la villa? Estoy ahí hace 28 años y no me enteré. Generalmente apuntan a la gente trabaja pero en mis dos películas hay gente que trabaja. Lo que pasa es que cartonear no es visto como un trabajo. En “¿Qué puede un cuerpo?”, el protagonista es un cartonero. Y “Diagnóstico esperanza” comienza los primeros 15 minutos con un vendedor de medias que recorre toda la ciudad y nadie le compra. Y no eran extras, eso fue documentado en toma directa. Nadie le compró nada...

Existió además como una cosa de la crítica cinematográfica de “este pibe sólo puede filmar cosas de la villa”, de “al villero no le da la cabeza para otra cosa”. Esta última película es como una forma de mostrar que esos prejuicios son completamente perversos. Me ha pasado que muchas de las exigencias eran, “cuándo vamos a ver otra cosa, siempre con lo mismo...”. ¿Y qué me pasó cuando voy presentando Exomologesis? "Te olvidaste de la villa", me dicen... Antes era siempre la villa y ahora que me fui, "me vendí, me olvide de mis raíces o me hice un careta". La gente habla, tiene que hablar y lo asumo. A la vez fue todo un desafío artístico hacer actuar a los pibes de la villa de algo distinto, no de lo que se espera que hagan. A muchos pibes hice actuar en “Exomologesis” de otra cosa, algo más filosófico, abstracto, más onírico y ese desafío me gusta porque es como romper el rol que está signado para el villero. Aparte porque la palabra hoy en día es cambio, seguir a la corriente. Tenía que cambiar…

¿Y la poesía?

La poesía es una forma de vida decía Andréi Tarkovsky, no es un simple formato literario.  En mi blog subo siempre poemas nuevos. En un poema del primer libro “La venganza del cordero atado” escribí: "Si no escribo, soy de piedra y vuelvo a ser tan sólo un expediente". Eso sigue latente. No es una cosa o la otra, se relevan en mí la poesía y el cine. Hay una continuidad en el sentido: cuando estoy haciendo cine quiero que la cámara sea poética, que la forma de hacer la imagen cinematográfica sea poética, que los cuerpos cuando actúen sean poéticos. Es todo un desafío intentarlo. Para mí la poesía es una forma de vida y, como decía Gabriel Celaya, un arma cargada de futuro.

¿Qué reflexión merecen las actividades que se vienen realizando con la consigna “No a la baja”?

Más que reflexión necesitamos acción. Si van a hablar sobre este tema tiene que venir gente que la sufra. Libros hay dos millones, se escribió todo lo que se podía escribir, de Foucault en adelante ya está. Hay que hacer, ver cómo luchar, tiene que haber un cambio cultural, social, más militancia y actividad. Todos sabemos que bajar la edad de imputabilidad no sirve para nada, que más mano dura no sirve para nada. Hay que ver cómo llegamos a los barrios, qué podemos hacer con los pibes, cómo el Estado baja recursos, luchar igualmente si el Estado no lo hace. Yo figuro en los que piensa que no hay estar todo el tiempo esperando del “Papi Estado”. Se los digo a los pibes, si vamos a estar esperando que venga el Estado a financiarnos las películas nos vamos a morir esperando. No hay plata, no hay nada, pero por lo menos tenemos un objetivo en la vida, un sentido activo, mostrando lo que le sucede a nuestra gente. Hay temas que son urgentes porque estamos hablando de vidas, de pibes que pueden ir a robarle a alguien y bajarlo, no es joda. Hay otros temas que ameritan debate intelectual pero hay ciertos temas urgentes que no podes darte el lujo de pensar tanto. Cuando viene un pibe, como está pasando desde que está Macri, para saber de algun laburo, a buscar mercadería o ropa, no le voy a decir "Para que estoy leyendo el último debate, pasate en tres horas". En ese tiempo el pibe se fue a robar y lo mataron o mató porque cree que no hay salida, que nadie lo ayuda. Yo en ese momento por más que esté leyendo todo, tengo que activar, tengo que inventar algo. No tengo mercadería y tengo que empezar a hacer llamados, compañeros, compañeras, alguna agrupación política. Eso me pasó con el INCAA. "César pronunciate por lo del INCAA, no ves lo que están haciendo", y yo les digo "chicos, yo estoy preocupado porque la gente me viene a pedir mercadería, ¿que les puedo decir?”./ AC-FACSO