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Claves para pensar la crianza en la diversidad

El conversatorio sobre el libro “Crianzas” devino en una reflexión colectiva a partir de los aportes socioculturales que la “pedagogía amorosa” tiene para ofrecer.

 

Las personas que asistieron a la sociedad de Fomento de Pueblo Nuevo el viernes 9 de junio presenciaron un significativo hecho cultural. Allí se realizó el conversatorio organizado por la Secretaría de Extensión de la Unicen en conjunto con las Facultades de Ciencias Sociales, Derecho y el Programa CheSida de la FACSO. El público tuvo la posibilidad de sentirse interpelado y de presenciar las reflexiones que Susy Shock y Marlene Wayar ofrecieron para pensar en las crianzas de las infancias. El inicio contó con un gesto transparente, un guiño a todo lo que se expresó después. Susy tomó el micrófono y dijo: “Desintegramos todo esto que han construido divinamente. Vamos a acercarnos”. La alusión se dirigía a la forma en que se habían posicionado las sillas, distanciadas de donde estaban las interlocutoras. En esa propuesta de acercamiento quedaron expuestas las intenciones: trabajar en conjunto desde un lugar que propone algo, desde la “fuerza trava instituyente para construir conocimiento”, como explicó Marlene Wayar.

Isaías, referente de la Colectiva “La Navarro”, fue una de las primeras personas en tomar la palabra. “La cuestión que nos vienen a traer ahora las infancias trans es la posibilidad de abrir los ojos y pensar que una persona no es algo a la cual hay que llenar de contenido sino que es algo y ofrecen la idea de escucharnos unos a los otros… Ver quiénes somos y cómo podemos construirnos libremente; poder vivir libremente lo que somos”, remarcó. Por su parte Carlos Rodríguez, referente de CheSida, agradeció a los organizadores y partícipes del evento. “Esto es posible por la organización institucional de las tres sedes de Unicen. En las tres ciudades también fueron vinculados con la dirección de políticas de género. Son tres municipios que tienen direcciones de políticas de género”, señaló. Asimismo, hizo hincapié en una presencia. “Está Graciela Alderete, la mamá de Mara Navarro, uno de los crímenes impunes en Olavarría hace 12 años. A Mara la asesinaron por puto, por trava, por pobre. Es un crimen que tiene convivencia política, judicial y policial. Tiene que ser un compromiso de todos como comunidad ayudar a que esta causa vuelva a reabrirse” agregó.

¿Alguien puede pensar en los niños?

Marlene Wayar realizó la lectura del prólogo del libro “Crianzas” en el cual hay un interrogante valioso: “¿De qué hay que hablar con las niñas y los niños? De nosotros, de nosotras y de las formas de relacionarnos con las demás personas y el mundo”. Es en esas formas de relacionarnos, en lo cotidiano, donde las autores desarrollan sus interrogantes, sus propuestas y desde la cual proponen una “pedagogía cotidiana y trava”. “Existen hombres y mujeres y no hay nada en el medio. Somos la expresión de una realidad que muestra la primera ficción perversa de esta construcción social en donde vamos a encontrar muy a rajatabla qué implica ser hombre y ser mujer. Sobre ser mujer vamos a encontrar mucho más: hay mujeres putas, mujeres públicas, hay mujerzuelas. El hombre es hombre, no tiene adjetivación y sino ‘cae’ en lo mujer. En esa experiencia se implica la travestidad”, enfatizó Marlene. La travesticidad como una disidencia, una búsqueda en la elección de ser, más allá del binomio hombre/mujer propuesta por la hereto-normatividad, que propone y dispone de paradigmas a los cuales habría que adherir. Pero “las travas” tienen en claro algo. “Las travestis no sabemos muy bien qué es lo que vamos siendo porque todavía no hemos tenido ni siquiera la posibilidad democrática de construir un espacio de paz comunitario donde nos sentemos a hablar la inmensa mayoría para definir o no cuál sería la experiencia travesti... Sí tenemos una ética política de lo que no queremos ser: no somos hombres. Y en ese no ser hombre, en una mesa política implica decir: no somos Videla, no somos Bush, no somos Hitler, tampoco somos Cristo, no somos Gandhi. No somos todos esos paradigmas de la hombridad. Estamos por inventar qué queremos ser”, sintetizó Marlene. Además reflexionó sobre los paradigmas de “la mujer” que circulan socialmente. “La mujer está ahí como paradigma y tampoco quiero ser ni Angela Merkel, ni Silvia Suller, ni ninguno de los paradigmas pobrísimos que se me presentan y en los que cometemos ese acto de sumisión”, reconoció.

Marlene, además, recordó que en los 80 y los 90 no era posible imaginar que el Estado, en algún momento, las reconocería mediante una Ley de Identidad. Reconoció el valioso cambio cultural que ofreció el posicionamiento del Estado al respecto pero aun así aclaró que es una ley que tiene mucho por abarcar. “Tenemos que seguir trabajando y aprender que nada, ningún saber, nos habilita a cristalizar esto como una verdad. Es apenas un acto desesperado de las que estamos vivas, de las que están naciendo”, sostuvo.

El fracaso de la hegemonía heterosexual

“Las infancias es lo que hay que discutir porque de ahí vamos a sacar los nuevos hallazgos, las nuevas fórmulas desde donde nos tenemos que parar con algo que es urgente. Se es niño o niña y ya. Pero hay un vacío enorme, eso que no construimos porque nos desentendemos es el agujero que queda”, explicó Susy.  Asimismo, hizo una aclaración para que no se crea que de lo que se trata la “pedagogía trava” es de cambiar una estructura por otra. “No estamos pidiendo que el mundo se convierta. Cuando decimos ‘ser otra cosa’ no estamos pidiendo que el mundo sea gay o lesbiana porque sería muy aburrido. Pero tienen que reformular qué es lo que hacen, qué construyen que ustedes no pueden ser. El fracaso lo vemos en los otros niños que no pueden ser”, afirmó Susy Shock. En esa clarificación expresó el porqué del conversatorio. “Nosotras venimos a interpelar un mundo. Lo que nosotras precisamos es que no nos jodan, no nos maten. Interpelamos a este mundo que todos los días abona a la violencia. Todos y todas tenemos responsabilidad sobre este mundo violento. Podemos construir, desde las aulas y las instituciones, otro mundo y otra posibilidad. Darles señales a esos niños y niñas para que crezcan”, argumentó.

“Disidencia trava”

La certeza de que ésta disidencia puede ofrecer una forma de repensar los vínculos fue puesto como una necesidad, una declaración de principios sostenida mediante luchas, reconocimientos y concreción de espacios desde donde habitar los vínculos de manera “amorosa”. “El  mundo torta y trava debe ser una disidencia. Y hay que insistir en eso. Tiene que ver con el debate del matrimonio igualitario que es lo único que le reconozco interesante a ese momento porque generó una militancia jovencita local. A mí me lleva esa gente por todo el país. Son los que quieren transitar su putez, su lesbianismo, en las calles, en sus pueblos. Me gusta pensarlo como una actitud que tiene que ver con mejorar y discutir todo. Proponer algo nuevo, abrazador y serio porque entienden, dentro de estos discursos disruptivos, algo más cercano que la heterosexualidad no pudo ofrecer”, reflexionó Susy.

“Siempre nos leíamos a través de otras. Nosotras somos una generación, es una síntesis que vos leas a una escritora trava. Quizás sea una demostración de que algo estamos moviendo, aunque esa hegemonía no se haya dado cuenta que es para construir un mundo mejor”, sintetizó Marlene. Por su parte, Susy explicitó su deseo para que se genere una “habilitación amorosa” que invite a pensar juntas. No es frecuente habitar espacios en donde las interpelaciones sean claras y reflexivas. Que propongan elevar la discusión a un compromiso ineludible, si de lo que se trata es de pensar en construir desde la diversidad. Las “travas” lo proponen porque han estado en ese intersticio, resistiendo, luchando, legitimando su experiencia por fuera de los paradigmas que violentan al ser. A toda esa invisibilización y maltrato histórico, las “travas” responden con propuestas “pedagógicas amorosas” que abrazan, sobre todo, a las infancias sin excluir a los adultos./ AC-FACSO