Ciencia

COVID 19 y género

Mujeres y disidencias, las más afectadas en los últimos meses

Crisis de cuidado, brecha digital, preocupaciones, precarización laboral y mala alimentación son algunos de los escenarios que evidencian la situación de las mujeres argentinas en pandemia y la histórica desigualdad.

 mujeres en pandemia catalina iriarte riberass

Ilustración: Catalina Iriarte en Riberas.

Camila Ale - Agencia Comunica

28/09/2020

Las mujeres son las que más trabajan, las que se hacen cargo de las tareas del hogar y de cuidar hijas e hijos y también a padres. Las mujeres son además las que continuaron trabajando en la pandemia y encontraron distintas formas de mejorar la situación económica o alimenticia a través de lazos. Son mujeres rurales, urbanas, de pueblos originarios, y según un estudio, las más afectadas en épocas de Covid.

El CONICET y el Ministerio de Mujeres Género y diversidad, se unieron para conocer las situaciones de las mujeres argentinas en números concretos en relación a este momento de incertidumbre. Por ejemplo, el estudio demostró que de las mujeres urbanas que son jefas de hogar, el 84,1% es responsable en su mayor parte de los trabajos domésticos y de cuidados. Según las mismas mujeres encuestadas aumentó el trabajo doméstico y de cuidados durante el aislamiento, el 54,8% respondió que, entre todas las personas de la familia, las mujeres son las que trabajan más.

Esto tiene que ver con que aún sigue recayendo estas tareas en las personas feminizadas. Lamentablemente, se expresa una sobrecarga de trabajo ya que no solo se encargan de los cuidados y de las tareas domésticas, también acompañan las actividades escolares de sus hijas e hijos ( 92,6%).

En cuanto al impacto en las condiciones laborales de las mujeres, se comprobó la pérdida de ingresos ya que muchas mujeres al ser parte de las economías populares y artesanas no pudieron seguir trabajando. De la muestra urbana, lo que más se registró fue que la mayoría está viviendo de trabajo precario o “changas” como en el caso del 44,4% de las mujeres trans/travesti y también un alto número dentro de las mujeres originarias (36,4%), mujeres rurales (33,8%), afrodescendientes (32,8%) y mestizas (23,5%). De las mujeres que tienen trabajo y acceso a internet, el 53,6% tuvo que adaptarse a trabajar de forma virtual sin embargo un 20% indica una situación de precarización laboral.

Una de las consultas eje en la encuesta (de más de 40 preguntas) era respecto a la percepción de algún subsidio en el marco de la pandemia. En el caso de las mujeres trans/travesti , de las mestizas, de las afrodescendientes, de las originarias y de las mujeres migrantes, más del 60% no recibe ningún subsidio, siendo el grupo de mujeres que mayores dificultades presenta al acceder a las políticas públicas y beneficios sociales. (El Programa ATP- Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción- no fue contemplado en el cuestionario).

Violencia de género e institucional

La violencia de género preocupó a las y los investigadores y por esa razón también formó parte del estudio. El 7,5% de las mujeres urbanas durante el ASPO sufrieron alguna forma de violencia; el 4,8% no realizó la denuncia, mientras el 0,8% sí la hizo. Según las mujeres urbanas encuestadas, la percepción de las violencias de género aumentó en un 84,6%. El impacto negativo de la pandemia se agudizó sobre poblaciones históricamente excluidas desde las condiciones de género, clase, étnico-raciales o de residencia.

En el contexto rural, la violencia institucional marcada, los conflictos territoriales, y de tenencia precaria de la tierra complejizan esa violencia. ‘’Una hermana wichi fue violada por cinco hombres, uno de ellos era policía’’, contó una mujer wichi en Chaco a través de un audio. Y en Santiago del Estero una mujer mapuche y campesina reconoció que la gente acató las reglas del aislamiento más por miedo a la policía que al virus.

A partir del diagnóstico queda expuesto que las mujeres rurales y originarias son una de las poblaciones más afectadas. A las violencias y desigualdades se le suman la destrucción de la naturaleza, el aumento de enfermedades relacionadas con la degradación medioambiental, el impacto del cambio climático, el uso indiscriminado de productos químicos, la falta de agua potable y la imposibilidad de acceder a los alimentos. En la mayoría de la muestra rural, las mujeres están vinculadas a actividades agrícolas (44,7%) y de producción de alimentos (31,7%). Casi la mitad de mujeres rurales no está produciendo durante la pandemia y un 15,8% sólo produce para consumo familiar.

mujeres en pandemia garganta poderosa

Vecinas de Villa Fátima en una olla popular (Ciudad de Buenos Aires) Fuente: La Poderosa

“Las mujeres somos las más afectadas pero también somos las que estamos potenciando como siempre los momentos de crisis” reconoce la Dra. Karina Bidaseca (una de las autoras) y tiene que ver con que de las mujeres urbanas, un 38% mostró que en su territorio existe algún tipo de iniciativa comunitaria que involucra redes de solidaridad para enfrentar los efectos del COVID-19, como el reparto de remedios caseros, bolsones de alimentos y creaciones de barbijos. Las mujeres rurales y originarias, por su parte, son protagonistas en la preservación de la naturaleza y del tejido comunitario. Casi la mitad (el 48,9%) manifestó que en su comunidad existen iniciativas comunitarias que involucran la solidaridad de las mujeres para enfrentar el contexto de COVID-19.

Victoria Gallo, en representación del Ministerio de Mujeres celebra el “gran aporte” ya que “hay un déficit en materia de gestión de información y conocimientos para dar apoyo y sustentar políticas públicas que llevamos adelante en materia de género y diversidad”. Y agrega que “el estudio se vuelve una herramienta para trabajar desde el enfoque de derechos”. Y ese es uno de los principales objetivos del diagnóstico ya que proponen para cada grupo específico distintas recomendaciones.

Para Bidaseca y su equipo se requieren distintas medidas que atiendan los problemas relacionados con trabajo de cuidados y las violencias de género, feminicidios, trans y travesticidios. También que se provea protección social y se resuelva el riesgo habitacional, la infraestructura de producción y comercialización. “Es necesario que se tengan en cuenta estas recomendaciones para superar esta vida desigual y llena de opresiones que sufren las mujeres y disidencias en nuestro país”, reflexiona la investigadora.

Por último, la investigación no sólo muestra en números diferentes vivencias que ayudan a elaborar una serie de consejos de políticas públicas sino también visibilizan de manera integral todas las falencias y desigualdades que nos atraviesan y se profundizaron en pandemia. Las experiencias de más de 2000 mujeres que necesitan respuestas y representan de alguna forma a todas las argentinas, se vuelven herramientas para las Ciencias Sociales y los movimientos feministas.